Olga Moyano y Juan Rivero. Dos sobrevivientes de Fábrica de Armas

Olga Moyano y Juan Rivero se hicieron una promesa hace 31 años, cuando estaban presos con los ojos vendados en una de las celdas del centro de detención clandestino de la Fábrica Militar de Armas de Rosario. “Si salimos vivos de acá, vas a ver que vamos a volver para denunciarlos”, le dijo Rivero –por entonces, gremialista– a Moyano, que en ese 1978 era una joven enfermera que realizaba trabajo social en las villas.

Estuvieron secuestrados y fueron torturados por varios meses. Lograron salir con vida y años después, en 1984, se reencontraron y regresaron al lugar en el marco de las investigaciones por el terrorismo de Estado de la Conadep. Apenas ingresaron al predio de Lagos al 5200 (sede actual de la Unidad Regional II de Policía) y escucharon los mismos sonidos, el mismo martillo de fondo, los mismos ecos, ella empezó a llorar. Con sus testimonios y los de otros ex detenidos se estableció la existencia de ese lugar de detención y tortura, el primero en ser reconocido en la ciudad y uno de los que hoy forma parte del juicio contra cinco represores en los Tribunales Federales.

Desde entonces, sus vidas están entrelazadas por un largo y profundo reclamo de memoria y justicia. Atravesaron los juicios a las juntas militares, las leyes de obediencia debida y punto final y los indultos. Y el lunes pasado comenzaron una nueva etapa, según percibieron en las primeras jornadas del juicio por las causas Quinta de Funes y Fábrica de Armas.

“Una cosa muy importante fue comparar la soledad con la que fuimos a declarar en el juicio de las juntas, con el acompañamiento que tuvimos ahora de los jóvenes. Esto nos encuentra parados de una manera diferente. No es un deber venir a declarar, es un derecho”, aseguró la enfermera, quien hoy ejerce la docencia en la escuela del Hospital Provincial.

“Lo de estos días me conmovió mucho. Al salir por las escalinatas del Tribunal, vi las caras de compañeros y compañeras, algunos que hace muchos años no veía. Se lloró muchas veces en todos estos años; pero esta vez fue diferente, se lloraba con la cara en alto”, analizó Rivero, actual concejal de Rosario por el Frente Progresista.

El proceso que tuvo sus dos primeras audiencias el lunes y martes pasado, y que continuará mañana (ver aparte), sentó en el banquillo al ex teniente coronel Pascual Guerrieri, al ex mayor Jorge Fariña, al ex teniente Juan Daniel Amelong, y a los civiles de inteligencia Walter Pagano y Eduardo Costanzo (quien antes de este juicio habló y dio cuenta del accionar del grupo).

LEGALIDADES. “No somos héroes. Somos los mensajeros y nos han dejado para que contemos el terror que vivimos”, aclaró la mujer antes de comenzar. “Vengo de una familia muy humilde de un pueblo del interior y logré hacer la secundaria con mucho esfuerzo de mis padres, que apenas tenían tercer grado. Estudié enfermería y descubrí que podía ayudar. Tenía una formación cristina y una concepción de Iglesia no acartonada donde la opción era por los pobres. Eso significaba cocinar para ellos, trabajar con ellos, y no darle limosna o la ropa que me sobraba”, distinguió Olga.

En mayo de 1978, la enfermera fue detenida cuando salía de su trabajo en el Sanatorio Plaza, frente al teatro El Círculo. Tenía entre sus cosas una copia de Carta a la Junta Militar, que el periodista y escritor Rodolfo Walsh concibió en el aniversario del Golpe. La acusaron de “colaborar con Montoneros” y la llevaron a la Fábrica de Armas. Recién entonces, dijo, tomó conciencia real de lo que sucedía en el país. “La cárcel me parió”, aseguró. Allí conoció a Rivero.

“Que aparezca en el juicio uno de los imputados con una vincha que diga legalidad (en referencia al ingreso de Amelong en la primera audiencia del juicio) es bastante sintomático”, meditó Moyano. “La legalidad del poder no es para los pobres sino para los sectores concentrados de la economía. Es la legalidad del poder, no de la humanidad la que moldea la Justicia. Por eso, que haya justicia ahora sería un ejemplo”, interpretó Rivero. Y ella acotó: “Espero que haya condena”.

Cómo siguen los juicios

El proceso que se lleva a cabo en los Tribunales Federales de Rosario seguirá mañana, el martes y el miércoles. En el primer día se completaría la extensa lectura de las acusaciones, y después se abrirá el espacio para presentar las excepciones preliminares (incompetencias o impugnaciones) al proceso. Los defensores buscarán objetar y suspender el debate. Los querellantes intentarán lo contrario, es decir, garantizar que continúe sin demoras.

Recién el lunes 14 y martes 15 comenzarían las indagatorias contra los cinco imputados por los delitos de privación ilegítima de la libertad y tormentos cometidos contra 29 personas, y los homicidios de 17 de ellos. Más tarde llegará el turno de las declaraciones de los testigos. Entre ellos, los querellantes esperan contar con el testimonio de Gustavo Bueno, un represor que formó parte de los escuadrones de secuestro y que fue detenido la semana pasada en Brasil.

Bueno, alias Germán Benegas, realizó en 1986 una declaración ante el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) que aportó elementos de prueba y detalles de cómo operaba la represión ilegal durante la dictadura. Según aclaró la abogada de Hijos y de parte de los querellantes, Ana Oberlin, su detención “no modifica el carácter de testigo”.

Por Ricardo Robins / Criticadigital

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