Novena jornada
La novena audiencia del Juicio contra los represores de la Quinta de Funes y Fábrica Militar de Armas continuó con las declaraciones de los testigos. Los testimonios fueron brindados por el militar retirado del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida), Horacio Ballester, que refutó la tesis de la Obediencia Debida; el periodista Daniel Santoro, quien publicó los documentos desclasificados del operativo México, en el que los represores de la Quinta de Funes entraron clandestinos al país azteca para asesinar a la exiliada cúpula de la Montoneros; el director de Rosario 12, Pablo Feldman; el ex preso político y sobreviviente Eduardo Ferreyra; y el antropólogo Juan Carlos Nóvile.
El primer testigo en declarar en el marco de la novena jornada de audiencias, fue Horacio Ballester, militar retirado del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida), que aportó diferentes conceptos contextuales referidos a la actividad castrense.
Ballester refutó los fundamentos de la “obediencia debida” y explicó que ningún militar está obligado por norma alguna a “aceptar órdenes ilegales e ilegítimas” y dio el ejemplo de los mismos militares del Cemida, los cuales se apartaron de las fuerzas militares argentinas por su oposición al golpe de estado perpetrado el 24 de marzo de 1976.
El militar refutó también los argumentos de varios de los represores procesados o condenados en distintas causas contra el terrorismo de estado en el país –uno de los que lo ha usado es el imputado de esta causa, el ex teniente Juan Amelong–, que explica el accionar de las fuerzas armadas bajo la tesis de que “en la argentina hubo una guerra de baja intensidad”.
Ballester fue muy gráfico cuando replicó que las guerras de baja intensidad los “son para los que la desarrollan”, mientras que para los pueblos que las sufren son “guerras de alta intensidad” y agregó que en este país lo que se vivió más que una guerra fue “represión ilegal”.
Luego del Ballester fue el turno de del periodista del diario Clarín, Daniel Santoro. El cronista porteño vino a refrendar sus investigaciones sobre el operativo México, basadas en documentos desclasificados del National Security Archive de los Estados Unidos.
Santoro recordó su investigación que fundamentó con copias de los documentos de la National Security Archive, donde consta cómo se logró seguir la pista y capturar a los agentes de inteligencia argentinos que ingresaron clandestinamente a México con el detenido de la Quinta de Funes, Tulio Valenzuela, –quien sería la carnada para asesinar a la conducción de montoneros exiliada en ese país y del cual tenían a su mujer embarazada, Raquel Negro, como rehén en Funes–.
Las fichas del DFS con fotografías de los agentes argentinos los describen con sus nombres falsos. En una posterior entrevista con el sobreviviente Jaime Dri, el National Security Archive confirmó que uno de los agentes era el Teniente Daniel Amelong mientras que otros dos, Rubén Fariña y Jorge Cabrera habían logrado refugiarse en la Embajada Argentina de México cuando vieron a sus colegas ser apresados por la DFS.
El testigo siguiente fue el director del suplemento local de Rosario 12, Pablo Feldman, quien en su rol de editor del diario, acreditó las entrevistas realizadas al represor Eduardo Costanzo en distintos por dos periodistas del medio: Reinaldo Sietecase y José Maggi.
Además, declaró esta jornada el ex detenido Eduardo Ferreyra, que relató cómo fue traido desde Corrientes presumiblemente a La Calamita, donde registró los nombres de dos represores, Sebastian –el alias del ex Mayor Jorge Fariña– y Daniel –el apodo del ex teniente Juan Amelong–.
Finalmente dio su testimonio el antropólogo Juan Nóvile. El perito describió una serie de investigaciones aportadas a la causa, e hizo referencia a las excavaciones realizadas en el predio de La Calamita, en un lugar específico que había sido marcado por el mismo represor Costanzo, en donde el “Tucu” indicó que había sido enterrado un detenido asesinado de nombre Remo.
Nóvile explicó que sólo se revisó un 10% del predio –el marcado por Costanzo–, en el que no se hallaron restos, y afirmó que no debería dejarse sin investigar el resto del terreno.
Al cierre de la audiencia, el presidente del Tribunal, Otmar Paulucci, comunicó que el juicio se reanudaría el próximo martes por la mañana.
Imagen: El juez Otmar Paulucci, fue quien presidió el TOF1 en la novena audiencia.
El primer testigo en declarar en el marco de la novena jornada de audiencias, fue Horacio Ballester, militar retirado del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida), que aportó diferentes conceptos contextuales referidos a la actividad castrense.
Ballester refutó los fundamentos de la “obediencia debida” y explicó que ningún militar está obligado por norma alguna a “aceptar órdenes ilegales e ilegítimas” y dio el ejemplo de los mismos militares del Cemida, los cuales se apartaron de las fuerzas militares argentinas por su oposición al golpe de estado perpetrado el 24 de marzo de 1976.
El militar refutó también los argumentos de varios de los represores procesados o condenados en distintas causas contra el terrorismo de estado en el país –uno de los que lo ha usado es el imputado de esta causa, el ex teniente Juan Amelong–, que explica el accionar de las fuerzas armadas bajo la tesis de que “en la argentina hubo una guerra de baja intensidad”.
Ballester fue muy gráfico cuando replicó que las guerras de baja intensidad los “son para los que la desarrollan”, mientras que para los pueblos que las sufren son “guerras de alta intensidad” y agregó que en este país lo que se vivió más que una guerra fue “represión ilegal”.
Luego del Ballester fue el turno de del periodista del diario Clarín, Daniel Santoro. El cronista porteño vino a refrendar sus investigaciones sobre el operativo México, basadas en documentos desclasificados del National Security Archive de los Estados Unidos.
Santoro recordó su investigación que fundamentó con copias de los documentos de la National Security Archive, donde consta cómo se logró seguir la pista y capturar a los agentes de inteligencia argentinos que ingresaron clandestinamente a México con el detenido de la Quinta de Funes, Tulio Valenzuela, –quien sería la carnada para asesinar a la conducción de montoneros exiliada en ese país y del cual tenían a su mujer embarazada, Raquel Negro, como rehén en Funes–.
Las fichas del DFS con fotografías de los agentes argentinos los describen con sus nombres falsos. En una posterior entrevista con el sobreviviente Jaime Dri, el National Security Archive confirmó que uno de los agentes era el Teniente Daniel Amelong mientras que otros dos, Rubén Fariña y Jorge Cabrera habían logrado refugiarse en la Embajada Argentina de México cuando vieron a sus colegas ser apresados por la DFS.
El testigo siguiente fue el director del suplemento local de Rosario 12, Pablo Feldman, quien en su rol de editor del diario, acreditó las entrevistas realizadas al represor Eduardo Costanzo en distintos por dos periodistas del medio: Reinaldo Sietecase y José Maggi.
Además, declaró esta jornada el ex detenido Eduardo Ferreyra, que relató cómo fue traido desde Corrientes presumiblemente a La Calamita, donde registró los nombres de dos represores, Sebastian –el alias del ex Mayor Jorge Fariña– y Daniel –el apodo del ex teniente Juan Amelong–.
Finalmente dio su testimonio el antropólogo Juan Nóvile. El perito describió una serie de investigaciones aportadas a la causa, e hizo referencia a las excavaciones realizadas en el predio de La Calamita, en un lugar específico que había sido marcado por el mismo represor Costanzo, en donde el “Tucu” indicó que había sido enterrado un detenido asesinado de nombre Remo.
Nóvile explicó que sólo se revisó un 10% del predio –el marcado por Costanzo–, en el que no se hallaron restos, y afirmó que no debería dejarse sin investigar el resto del terreno.
Al cierre de la audiencia, el presidente del Tribunal, Otmar Paulucci, comunicó que el juicio se reanudaría el próximo martes por la mañana.
Imagen: El juez Otmar Paulucci, fue quien presidió el TOF1 en la novena audiencia.