Jaime Dri identificó a sus secuestradores
Además de enfrentar personalmente a los imputados para identificarlos y de ratificar el relato que hiciera en una conferencia de prensa en París y en el libro Recuerdo de la Muerte, Jaime Dri imprimió un fuerte contenido político al testimonio que brindara este martes en el juicio contra los represores de la Quinta de Funes. “Nosotros crecimos en la legalidad del golpe contra Irigoyen, del bombardeo a Buenos Aires en 1955, de la proscripción y la persecución a los obreros peronistas ¿De esa legalidad es que hablan?”, planteó Dri. “Legalidad” se leía en la vincha que Juan Daniel Amelong, uno de los represores enjuiciados, exhibió el primer día de la instancia oral y pública que se desarrolla en la sede los tribunales federales rosarinos de bulevar Oroño al 900.
“¿De qué legalidad hablan?”
En la jornada de este martes Dri volvió a compartir después de más de treinta años un mismo ámbito físico con Amelong y los también represores Pascual Oscar Guerrieri, Jorge Alberto Fariña, Walter Salvador Pagano y Eduardo Rodolfo Constanzo. Claro que las circunstancias fueron muy distintas. En la dictadura Dri fue prisionero de los represores junto con otros 14 militantes peronistas y montoneros que permanecen desaparecidos. Esta vez, prestó testimonio en su condición de hombre libre ante sus captores de entonces, ahora detenidos y juzgados.
Para el Pelado –apodo que su fisonomía le hizo ganar ya desde sus tiempos de diputado provincial por la Juventud Peronista en el Chaco–, la dictadura que se inició en el 76 forma parte de la disputa entre dos proyectos de país que se da en la Argentina desde el comienzo de la historia nacional y que él vive desde su historia familiar. “Mis abuelos fueron traídos de Italia a la Argentina durante la hambruna de la primera gran crisis del capitalismo y fueron tomados como esclavos para la construcción del granero del mundo, de un país agroexportador. Mi padre entendió el proceso argentino y fue primero irigoyenista y después peronista; y estuvo desaparecido ocho días porque fue por primera vez a Buenos Aires justo cuando bombardearon la plaza de Mayo y durante todo ese tiempo no tuvimos noticias de él”, recordó Dri, todavía un adolescente “cuando derrocaron a Perón y vinieron a perseguir a los obreros de las aceiteras que había en mi pueblo, Chajarí”.
En la misma línea que aquellos perseguidores del 55 ubicó luego a los militares y policías que lo mantuvieron cautivo y que “trabajaron para los Martínez de Hoz, los Krieger Vassena, los mismos sectores que hoy no pueden dar un golpe de Estado pero bloquearon las rutas y tiraron leche”.
El testimonio de Dri incluyó el relato de circunstancias de su detención en Uruguay, su traslado a la Esma y luego a la Quinta de Funes y su paso por la escuela Magnasco y La Intermedia. Él es el único sobreviviente de los militantes que también estuvieron secuestrados en los últimos tres lugares y por ello es considerado por los querellantes el principal testigo en la causa en que la se busca llegar a una condena de los acusados, a quienes Dri reconoció en el recinto donde se desarrolla el juicio. También les pidió que digan “dónde están nuestros compañeros”.
Tras su paso por la Quinta de Funes, la escuela Magnasco y La Intermedia Dri fue trasladado nuevamente a la Esma y luego se fugó a Paraguay desde la frontera, a la que había sido enviado por la Marina para "apuntar" a sus compañeros.
Tras fugarse, denunció lo que vio y vivió mientras estuvo cautivo en una conferencia de prensa en París y también a través del libro Recuerdo de la Muerte, escrito por Miguel Bonasso. Ahora, Dri vive en Panamá, desde donde llegó a Rosario para brindar su testimonio.
De redaccionrosario.com para El Diario de los Juicios
“¿De qué legalidad hablan?”
En la jornada de este martes Dri volvió a compartir después de más de treinta años un mismo ámbito físico con Amelong y los también represores Pascual Oscar Guerrieri, Jorge Alberto Fariña, Walter Salvador Pagano y Eduardo Rodolfo Constanzo. Claro que las circunstancias fueron muy distintas. En la dictadura Dri fue prisionero de los represores junto con otros 14 militantes peronistas y montoneros que permanecen desaparecidos. Esta vez, prestó testimonio en su condición de hombre libre ante sus captores de entonces, ahora detenidos y juzgados.
Para el Pelado –apodo que su fisonomía le hizo ganar ya desde sus tiempos de diputado provincial por la Juventud Peronista en el Chaco–, la dictadura que se inició en el 76 forma parte de la disputa entre dos proyectos de país que se da en la Argentina desde el comienzo de la historia nacional y que él vive desde su historia familiar. “Mis abuelos fueron traídos de Italia a la Argentina durante la hambruna de la primera gran crisis del capitalismo y fueron tomados como esclavos para la construcción del granero del mundo, de un país agroexportador. Mi padre entendió el proceso argentino y fue primero irigoyenista y después peronista; y estuvo desaparecido ocho días porque fue por primera vez a Buenos Aires justo cuando bombardearon la plaza de Mayo y durante todo ese tiempo no tuvimos noticias de él”, recordó Dri, todavía un adolescente “cuando derrocaron a Perón y vinieron a perseguir a los obreros de las aceiteras que había en mi pueblo, Chajarí”.
En la misma línea que aquellos perseguidores del 55 ubicó luego a los militares y policías que lo mantuvieron cautivo y que “trabajaron para los Martínez de Hoz, los Krieger Vassena, los mismos sectores que hoy no pueden dar un golpe de Estado pero bloquearon las rutas y tiraron leche”.
El testimonio de Dri incluyó el relato de circunstancias de su detención en Uruguay, su traslado a la Esma y luego a la Quinta de Funes y su paso por la escuela Magnasco y La Intermedia. Él es el único sobreviviente de los militantes que también estuvieron secuestrados en los últimos tres lugares y por ello es considerado por los querellantes el principal testigo en la causa en que la se busca llegar a una condena de los acusados, a quienes Dri reconoció en el recinto donde se desarrolla el juicio. También les pidió que digan “dónde están nuestros compañeros”.
Tras su paso por la Quinta de Funes, la escuela Magnasco y La Intermedia Dri fue trasladado nuevamente a la Esma y luego se fugó a Paraguay desde la frontera, a la que había sido enviado por la Marina para "apuntar" a sus compañeros.
Tras fugarse, denunció lo que vio y vivió mientras estuvo cautivo en una conferencia de prensa en París y también a través del libro Recuerdo de la Muerte, escrito por Miguel Bonasso. Ahora, Dri vive en Panamá, desde donde llegó a Rosario para brindar su testimonio.
De redaccionrosario.com para El Diario de los Juicios