Juicio Feced II: El Caso Galdame se abre paso a la verdad

Por Juane Basso. Testimonios de las últimas semanas en los tribunales dieron por tierra a la versión construida por los represores de la dictadura, que instalaron en los diarios de la época que tres jóvenes, entre ellos dos estudiantes peruanos, habían muerto en un enfrentamiento armado.

El 16 de septiembre de 1978 el joven Conrado Galdame fue asesinado en el Servicio de Informaciones de la Policía de Rosario (SI). Luego, la patota del comandante de gendarmería Agustín Feced fraguó un enfrentamiento para tapar ese homicidio, en el cual mataron otros dos estudiantes, de origen peruano: los hermanos Rory y María Antonieta Céspedes Chung. La verdad de aquellos hechos comenzó a revelarse recién treinta y seis años después, en el marco del debate oral y público que se lleva adelante en Tribunal Oral Federal N° 1 de Rosario, donde son juzgados diez represores del centro clandestino de detención que funcionó durante la dictadura en la ex Jefatura de Policía.

Las audiencias de los días 8, 9, 15 y 16 de mayo continuaron entregando testimonios claves para reconstruir lo que sucedió esa jornada de primavera, en la que el infierno del Servicio de Informaciones revivió sus peores momentos, justo cuando la dictadura trazaba un nuevo rumbo a su plan de exterminio. La parte más sangrienta del terrorismo de Estado ya se había desatado. Eran épocas en las que se anunciaban visitas de la Cruz Roja y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y un contexto signado por el circo del Mundial de Fútbol montado por los genocidas.

El juicio actual en el que se están derribando las mentiras de entonces, es un desprendimiento de la causa Díaz Bessone (ex Feced) caratulada “Nast, Lucio César s/ Privación ilegal de la libertad agravada en concurso real con los delitos de tormentos calificados y asociación ilícita” y acumuladas. Los acusados en el proceso son Lucio César Nast, Carlos Ulpiano Altamirano, José Rubén Lo Fiego, Ramón Telmo Álcides Ibarra, Julio Fermoselle, Ovidio Olazagoitía, Ernesto Vallejo, Eduardo Dugour y Pedro Travagliante.


Testimonios claves
Las declaraciones de los testigos que estuvieron aquel día en que los represores mataron a Galdame se van encadenando desde hace algunas semanas, en un nueva etapa que atraviesa el juicio Feced II, en el que además de estos hechos se investigan delitos de privación ilegítima de la libertad y tormentos contra presos políticos que estuvieron secuestrados en el SI.

Las testimoniales de Lidia Curiese (ex novia de Galdame) y los sobrevivientes Luís Cuello, seguidas por las de Angel Ruani, Sergio Arakaki, Jorge Marcone, Fernando Razetti, Graciela Villareal, Roberto Barandalla, Roberto Moscoso y Eduardo López, fueron edificando un relato que demolió la versión oficial construida durante la dictadura, y publicada en los diarios en ese tiempo, que demonizaba a los militantes políticos y mentía sobre supuestos enfrentamientos.

El caso Galdame tiene particularidades que lo hacen singular, por la cantidad de testigos, porque en el medio queda involucrada la comunidad peruana –incluidos familiares de diplomáticos–; porque los de la patota “se mandaron una cagada”, como les gritó y pudieron escuchar numerosos testigos al Ciego Lo Fiego; y porque la estrategia de los genocidas en ese momento era otra y esto hizo tal ruido que derivó en el cierre del mayor centro clandestino de detención de la provincia de Santa Fe (por la cantidad de detenidos desaparecidos que estuvieron cautivos allí).

A la fuerza de los relatos brindados por los sobrevivientes que fueron además militantes políticos –muchos de los que se encontraban allí en ese momento pertenecían al Partido Socialista de los Trabajadores (PST)–, se sumaron los de los representantes de la colectividad peruana de Rosario o los brindados por los propietarios de la casa baleada en la que se fraguó el enfrentamiento, quienes también estuvieron detenidos y pudieron conocer en carne propia lo que para algunos era un mito de los organismos de derechos humanos en lo que los genocidas habían definido una campaña de desprestigio internacional por el mundial 78’.
 

La verdad histórica, una vez más, comienza abrirse paso en los Tribunales Federales de Rosario, a pesar del silencio de los represores y los treinta años de impunidad que tuvieron para esconder lo que ya no pueden ocultar.

Foto: Graciela Borda

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