Causa Feced II: “Buscamos justicia, no venganza”

Con la declaración de tres testigos y la ampliación de indagatoria de uno de los diez acusados, continuaron este jueves 24 de abril, en el Tribunal Oral Federal 2 (TOF2) de Rosario, las audiencias del juicio por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura en la causa denominada Feced II. En el proceso se ventilan los casos de 40 víctimas del terrorismo de Estado que pasaron por el centro clandestino de detenciones que funcionó en el Servicio de Informaciones (SI) de la Policía de Rosario, el principal campo de concentración del sur santafesino.

La sobreviviente Ester García Bernal relató ante el Tribunal su secuestro, ocurrido el 17 de agosto de 1977 junto a su pareja, su hija de tres años y un grupo de personas que estaba en su casa.
La testigo identificó a varias de las víctimas con las que compartió cautiverio en el SI y a algunos de los diez ex policías santafesinos acusados en el juicio.
“Me llevan a una pieza, estoy con mi hija en brazos y es un momento muy difícil porque mi hija se agarra a mí y ellos la tiraban. El momento difícil es cuando yo tuve que soltarla de mí. La llevan por mucho tiempo, no sé a dónde, y después de 34 años habló y me dijo adónde se la llevaron”, sostuvo García Bernal.
También dio testimonio de las torturas recibidas al recordar que “me amenazan de llevarme a la parrilla, que era de metal. Me sacan la ropa, me ponen un trapo en la boca, me acuestan en la camilla, me atan, me ponen una especie de pinza al costado del cuerpo y me torturan”, dijo.
La ex militante del peronismo revolucionario, agregó que “primero empiezan con picana de 120, y luego piden la de 225. Por mucho tiempo, yo pienso ocho horas aproximadamente, me torturan en diferentes partes del cuerpo”.
La sobreviviente del SI dio detalles del traslado a otro lugar, posiblemente el centro clandestino La Calamita, y la visita a un Médico tras una infección que sufrió en la tortura.
También precisó nombres de otros detenidos-desaparecidos que vio en el SI y el de los torturadores que le aplicaron tormentos.
“A nosotros nos costó mucho sobrevivir a la propia vida”, afirmó, y recordó que tras dar testimonio en 1984 “fueron pasando cosas, el indulto, la Obediencia Debida”.
“Por eso –abundó– agradezco tanto el poder estar acá, cuando creíamos que ya no iba a haber juicios. Buscamos justicia, no venganza”.
Además, la testigo puntualizó “vivir todos los días pensando en esto, era imposible” por lo que, dijo, “traté de guardarlo en un lugar de la memoria”.
“Esto es justicia, esto es tener paciencia y esperar, el peor castigo que tienen (los acusados) es vernos vivos y que no nos destruyeron. ¿De qué vale la vida de estos hombres después de lo que nos hicieron? No le tengo lástima a estos tipos, ellos destruyeron mucho, pero la memoria no la destruyeron, está viva”, concluyó García Bernal.
En la audiencia de este jueves ante el TOF2 de Rosario, integrado por los jueces Noemí Berros, Roberto López Arango e Ivón Vella, también prestaron testimonio la abogada Olga Cabrera Hansen, víctima del terrorismo de Estado e integrante de la Conadep Rosario; y el sobreviviente del SI Alberto Chiartano.

“Empieza a venir gente destruida”
Cabrera Hansen, brindó otro extenso testimonio este jueves. En un fragmento de su relato, describió con detalles cuando se encontró en el SI con la también detenida María Inés Luchetti de Bettanin. “Cuando me llevaron a Alcaidía recuerdo que éramos dos nomás, Blanca Cuenca de Moyano y yo. Después empezaron a caer, en el 77, y vino María Inés Luchetti”, dijo.
Y luego recordó: “Venía de haber parido con una bebé en los brazos que estaba envuelta en unos trapitos porque ni ropa tenía, y ella estaba con una solera. Estábamos en enero y no tenía nada. Perdía sangre entre las piernas porque recién había parido. Entró y lo primero que preguntó fue si no estaba su suegra acá (Alba Juana Ferrero de Betanin). A los días llega, la hacen revisar por un médico (Silvestre Vegnis), la miró y dijo: «esta tiene una parrilla bárbara». Había perdido toda la familia, los tres hijos. El yerno, Jaímes Colmenares, había quedado en el SI, murió en la tortura. Cristina Bettanin murió en su casa, donde habían sido asesinados, y Leonardo también había muerto ahí, y quedaban Juani, Nené y las nenas”.
Durante su testimonio, Cabrera Hansen, señaló que en un momento
“empieza a venir gente destruida. María Concepción García del Villar de Tapia, que era española, llega muy mal físicamente; Elida Deheza; Tomasa Verdum de Ortíz, muy lastimada, terrible. Sobrevivían no sé porqué circunstancia. Venían del SI y recaían ahí. Se fue formando un grupo de sobrevivientes, en febrero del 77 llegan tres hermanas, las tres embarazadas, de apellido Marciani”, una de las cuales murió finalmente producto de los tormentos y la falta de atención, al igual que su criatura. Entre otras de las detenidas que vio en el SI, mencionó a Elida Deheza, Estela Hernández, Mercedes San Filipo y “Carmencita Lucero, que tenía 15 años y estaba muy shockeada”.

Otro represor que amplió indagatoria
Sobre el final de la audiencia, tal cual lo hizo semanas atrás Julio Cesar el Ronco Nast, amplió su declaración indagatoria el ex policía Carlos Ulpiano Altamirano, quien negó las acusaciones en su contra y dijo que el apodo de Caramelo, con el que lo conocieron las víctimas, correspondía en realidad al apellido un efectivo “de Prefectura”. En el juicio están imputados, además de Altamirano y Nast, los ex policías Eduardo Dugour, Ernesto Vallejo, Pedro Travagliente, Ovidio Olazagoitía, Julio Héctor Fermoselle, Ramón Telmo Ibarra, Ricardo José Torres y José Rubén Lo Fiego.

El aguante en el tribunal. Foto: Graciela Borda

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