Juicio Guerrieri II: Textuales de los hijos en el alegato de HIJOS
En una parte del alegato de los abogados de HIJOS de este jueves, en
el marco del juicio a la patota del Batallón 121 del Ejército que actuó
en Rosario durante la última dictadura, Álvaro Baella leyó una serie de
declaraciones textuales que dieron cuenta del rol particular que
cumplieron en este proceso “los hijos e hijas de las víctimas de esta
causa que orgullosamente representamos, que son nuestros compañeros y
que aportan también la perspectiva de la organización a la que
pertenecemos”, según remarcó Baella.
“Esta es la extensión del delito de desaparición forzada de personas, hasta estos límites se extienden sus efectos”, subrayó Baella tras repasar los dichos de sus compañeros.Textuales de los HIJOS
En este punto miembros del tribunal, queremos detenernos muy brevemente en la mirada, que en esta última etapa de juicios ha entregado sus energías militantes para llevar adelante estos procesos.
A través de la historia de nuestros 6 compañeros HIJOS representados se hace tangible la experiencia de vida de muchos otros hijos e hijas de militantes políticos desaparecidos y desaparecidas, de la extensión y efecto que el Terrorismo de Estado tuvo a lo largo de estos 37 años y sostiene en el presente que habitamos. Partiendo de la base que se trató de un plan sistemático de reorganización del tejido social que buscó privilegiar las individualidades, queremos reivindicar el carácter inherentemente colectivo de las consecuencias políticas, económicas y sociales que sufrimos como país.
Sebastián Álvarez, Ignacio Lalluf y Pablo Del Rosso fueron secuestrados junto a sus padres y madres, permaneciendo en esa condición durante un tiempo prolongado, sin poder volver a ver nunca más a ninguno de ellos. Fernando Dussex era un bebé cuando secuestraron a su padre, hecho que lo obligó a vivir en la clandestinidad interna junto a su madre durante años. Eduardo Toniolli nació en la clandestinidad de su madre, ya que su padre estaba secuestrado hacía más de un mes, y debió pasar sus primeros años en el exilio. Sabrina Gullino permaneció desaparecida, desaparecida en vida, hasta hace muy pocos años, cuando logró restituir su identidad, y aún ella, sus hermanos, Sebastián y Matías, y todos nosotros seguimos buscando a su hermano mellizo.
Las abuelas de muchos de ellos, sus madres, abuelos, tíos y tías, fueron fundadores y militantes de Madres y Familiares, organismos de Derechos Humanos que clamaron incesantemente por la aparición con vida de los 30.000 desaparecidos y la restitución de los 500 niños apropiados. Inevitablemente, las vidas de los compañeros que hoy representamos se encuentran atravesadas por esas persecuciones, secuestros, desapariciones y búsquedas.
En este sentido es elocuente lo declarado por Pablo Del Rosso:
“…Cuando la secuestran a mi mamá yo estaba ahí con ella, es un recuerdo, que a pesar de haber pasado 36 años me ha quedado grabado, es la única imagen, recuerdo que tengo de mi vieja, de mi viejo no tengo ningún recuerdo, más que una foto…”
También, Fernando Dussex, declaró en esta sala:
“…Desde que recuerdo, desde que tengo conciencia, ella siempre me habló de la situación de mi padre, como que está desaparecido, siempre trató de explicarme qué era un desaparecido. Creo que esa situación también me permitió entender otras cuestiones que pasaban por el lado, por ejemplo, de mi familia paterna, hasta el año en que murieron mis abuelos, estoy hablando pasado el año 2000, todas las navidades había una silla para mi padre en la mesa…”
Asimismo, Ignacio Laluf manifestó:
“También puedo decir que en mi persona y en mi ser, había mucha incertidumbre, mis tíos trataban de decirme todo lo que pasaba, sobre cuándo iban a llegar, porque yo preguntaba mucho dónde estaban mis padres. Yo habré tenido tres años y recuerdo que tocaban timbre y yo salía corriendo pensando que eran mis padres que venían a buscarme, pero eso nunca pasaba. Eso me provocaba desilusión…”
Por ser fundantes los secuestros en sus vidas, es que recién en esta instancia, muchos de ellos pudieron prestar su testimonio, habiendo sido “testigos ausenciales” como tan bien describió Eduardo Toniolli, quien dijo:
“…Vale en este caso una aclaración o una observación que tiene que ver fundamentalmente el por qué estoy hoy acá atestiguando, dando testimonio y por qué no lo hice en la primera parte de este juicio (…) al no haber sido testigos presenciales, el peso o la importancia de esos testimonios, no era fundamental, digo que quizás era una mirada equivocada porque vamos construyendo una mirada sobre estos juicios mientras se van haciendo, porque, repito, son excepcionales. Y si bien no puedo ser considerado como testigo presencial de algunos hechos, secuestro en este caso de mi viejo, me puedo tomar una licencia en el lenguaje o una licencia poética y decir que me considero un testigo ausencial en todo caso, y una licencia en el lenguaje porque no creo que exista esa categoría. Pero bueno, estamos también creando en este momento en estos juicios nuevas miradas sobre la justicia, sobre el derecho, pero además, y la pregunta fundamental que me decidió, a partir de la propuesta del equipo de abogados de HIJOS, a estar acá, la pregunta que me hice fue por qué sí habiendo estado, habiendo pasado una vida en la puerta de estos tribunales reclamando, pidiendo justicia desde chico, primero acompañando a mis familiares y después como militante, en la puerta, en la entrada, en la mesa de entrada, por qué sí de la mesa de entrada para adentro de estos tribunales hoy estamos transitando un camino de búsqueda de justicia, por qué no iba a estar después de haberme pasado una vida ahí, no iba a estar acá hablando…”
En el mismo sentido Fernando Dussex expresó:
“…Yo, lo que vine hoy a declarar, siempre me costó asumirme en este lugar, puedo decir sí, no fui testigo presencial, no vi como lo agarraron en un auto y se lo llevaban, pero sí fui testigo de todo el proceso de investigación, viví muchas cosas que no sé, no sé cómo expresarlas, son situaciones de tensión…”
Aquello en lo que todos coincidieron al brindarnos su testimonio, es el sentimiento de orgullo de ser hijos de sus padres y madres, de la trayectoria política como militantes que no entregaron su vida en vano, sino por una causa, por estar comprometidos con sus ideales, con otros, asumiendo los riesgos que ello implicaba en un contexto de profunda represión como en el que vivieron. Sus hijos, nuestros compañeros, nosotros, fuimos parte de ese proyecto colectivo que le otorgaba sentido a su lucha.
Reafirmando lo antedicho, citamos las palabras de Sabrina Gullino:
“…Yo quiero decir algo también en este juicio que es algo que a mí me llena de orgullo, que es poder estar sentada acá a la par de los hijos, de los otros hijos de los compañeros desaparecidos en la Quinta de Funes (…) poder participar humildemente junto a ellos y estamos y somos representantes de nuestros padres, nosotros representamos a nuestros viejos, estamos acá con un amor inmenso y, si se quiere, con un sentimiento del lado de la vida, por eso para mí es tan importante mencionarlo a mi hermano mellizo porque él es un desaparecido que está con vida (…) que ahora ya no somos tan chicos, y poder mirar a los ojos a todo el mundo y estar orgullosos de nuestros padres, orgullosos de su compromiso (…) lo hacemos por ahí nerviosos con las tripas revueltas y todo, pero estamos orgullosos de venir y sentarnos acá, de poder volverlos y traerlos a ellos (…) me parece que ustedes como jueces también tienen la oportunidad y la responsabilidad de habilitar todos los caminos para que esa reconstrucción de la verdad llegue a buen término, porque mientras nosotros estamos acá, esos tipos saben, es increíble eso, es como algo como tan imposible de que quepa en la cabeza de que estos tipos saben dónde está mi hermano, están acá al lado, ellos saben, lo vieron, entonces para mí es como volver a dar mi testimonio, volver a darme cuenta de que hay una injusticia que siguen cometiendo, ellos siguen cometiendo y mi hermano está con vida y los cuerpos de nuestros compañeros dónde están, y ellos saben y están ahí, y digamos, siguen cometiendo eternamente ese delito…”
Sebastián Álvarez sumó:
“…Yo no tengo más ganas de hacer juicio, prefiero, quiero que esto se termine lo antes posible porque es desgastante para nosotros. Que existan las condenas, que sigan los juicios, pero queremos llegar a la verdad, queremos encontrar a los compañeros desaparecidos, queremos encontrar a nuestros hermanos…”
Esta es una acotada síntesis de lo que pretendemos de este proceso judicial, Sres. Jueces, las máximas condenas por los más aberrantes hechos que están debidamente probados. Tenemos el derecho de conocer la verdad de lo que sucedió, saber dónde están los compañeros desaparecidos y encontrar al hermano mellizo de nuestra querellante Sabrina Gullino, así como a cada uno de nuestros hermanos. Como dijo Eduardo Toniolli: “…Ese camino de la verdad y la justicia lo vamos a alcanzar igual, tarde o temprano, hablen o no hablen estos genocidas aquí sentados…”