Juicio Díaz Bessone: De “Tacuarita” Brandazza a los 30 mil
Por Juane Basso. Este martes declaró en el juicio contra la patota de Feced, el abogado Elías Carranza, quien fue secuestrado y torturado en el Servicio de Informaciones (SI) de la Policía rosarina durante la dictadura y reside desde hace más treinta años en Costa Rica. El prestigioso penalista, que es en la actualidad presidente del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Trato al Delincuente (ILANUD) ‒y una eminencia internacional en materia de justicia penal‒, explicó que su detención ilegal fue "una venganza" por su trabajo en la investigación sobre la desaparición de Ángel “Tacuarita” Brandazza.
La historia vivida por Elías Carranza permite ver los hilos de continuidad que unieron a las dictaduras de Agustín Lanusse con la surgida el 24 de marzo de 1976, aunque la de Jorge Rafael Videla multiplicó hasta lo impensado el terror y la muerte.
Carranza relató los infernales hechos que vivió durante su secuestro y cautiverio en el SI, y relacionó esa detención ilegal con su trabajo en una Comisión Bicameral de la provincia de Santa Fe, creada en el año 1973 para investigar los apremios, secuestros y desapariciones ocurridas durante la dictadura de Lanusse.
El testigo, que reside en Costa Rica ‒lugar en el que vive desde su exilio‒, vino especialmente a Rosario para declarar en el juicio que lleva adelante el tribunal oral federal N°2, y estuvo acompañado por un importante contingente familiar que llenó la sala de audiencias.
Carranza planteó al inicio de su testimonio la “necesidad de referir al trabajo realizado por la Comisión Bicameral que investigó el secuestro y desaparición del militante Ángel “Tacuarita” Brandaza”, secuestrado y desaparecido en noviembre de 1972.
El testigo relató que por esos días él era empleado del juzgado de instrucción de Rosario y fue designado para integrar esa comisión investigadora, que logró reconstruir casi todo el recorrido sufrido por el joven militante e identificar a los implicados en el hecho.
“Brandazza, era un joven estudiante de Ciencias Económicas y trabajador, que fue secuestrado por policías federales, provinciales, militares y gendarmes. Llevado a la comisaria 5° de calle Dorrego, y picaneado hasta que se murió. Luego su cuerpo fondeado en el río Paraná”, precisó el testigo.
Carranza recordó el “valiente” trabajo desarrollado por la comisión presidida por el diputado Juan “Chancho” Lucero (PJ) y secundada por el radical Rubén Martinez. “El caso Brandazza fue de gran notoriedad publica, pero durante el siguiente golpe militar se multiplicaría por 30.000”, apuntó el testigo.
Parte del trabajo de investigación realizado por aquella comisión fue relatado por Carranza. “Determinamos ‒señaló el abogado‒, que con diversos grados de participación tenían responsabilidad penal varios integrantes del comando SAR: el General Elbio Leandro Anaya, el General Juan de Dios del Perpetuo Socorro Carranza Zavalía, el Coronel Vilanova, los mayores Gigena y Bonifacino, el Sargento Ayudante Emilio Letto, el gendarme Gamboa; los policías federales Cabo Peregrino Luis Gallardo (alias Jopito), Subinspector Jorge Roberto Ibarra (alias Calculín), Cabo Primero Atilio Gerla (alias Costurera), los agentes Hugo José Bellet y Rubén Felipe Fernández; y los integrantes de la Policía Provincial Oficial Ayudante Ovidio Marcelo Olazagoitía, Oficial Subinspector Alberto Máximo Grandi, Cabos Rubén Oscar San Juan y Gregorio Prieto, y agente Angel Jesús Farías”.
Luego el testigo detalló que durante el funcionamiento de la Comisión, en una oportunidad “ametrallaron las ventanas de nuestra sede en el edificio de Tribunales”; en otra “dispararon contra nuestro automóvil, y en otra oportunidad pusieron una bomba en el auto al que íbamos a subir, que explotó destruyendo e incendiando tres vehículos estacionados en hilera”. El más grave de los hechos ocurridos durante el funcionamiento de la Comisión “fue el secuestro y asesinato del abogado Felipe Rodríguez Araya y del Procurador Lescano, quienes habían colaborado aportando con su firma datos muy valiosos para esclarecer los hechos que investigábamos”, refirió Carranza.
El sobreviviente agregó que varias veces ametrallaron la casa de Juan Lucero, presidente de la Comisión, y el día del golpe militar de marzo de 1976 entró una patota a su casa secuestrándolo, y aunque posteriormente se oficializó su privación de libertad permaneció encarcelado durante más de cinco años a disposición del Poder Ejecutivo”.
El 18 de febrero de 1977 Carranza fue secuestrado mientras iba por el bulevar Oroño, a muy pocas cuadras de donde ahora se desarrolla el juicio, y fue llevado al Servicio de Informaciones de la Jefatura de policía de Rosario, donde funcionó el centro clandestino de detención y exterminio más grande de Santa Fe
Por su labor de empleado judicial, Carranza se convirtió en un testigo clave. El sobreviviente contó a los jueces que “conocía muy bien ese lugar” y que aunque “estaba vendado” pudo identificar “las baldosas inmediatamente por debajo de la venda”.
En ese momento, Carranza comenzó el relato del infierno. “A pesar de la odisea que pasé y pasó mi familia, pienso que tuve mucha suerte al lado de la gente que estaba en ese lugar ‒describió el testigo‒. Durante el mes que estuve en ese lugar habrá habido entre 20 o 30 personas, mujeres y hombres, entre el primer piso, la escalera y ese sótano a donde se bajaba. La cifra oscilaba porque traían gente nueva, luego de torturarlos se los llevaban y no aparecían más o se los oficializaba llevándoselos a las cárceles. Las sesiones de torturas eran constantes, los gritos desgarradores de los torturados. Pienso que los vecinos deberían haber escuchado, por esa ventanas bajas que tenía el sótano”.
Carranza recordó los nombres de varios de sus compañeros de cautiverio, entre ellos el de Analía Minetti, quien está desaparecida y es una de las víctimas fatales de la causa por la que se lleva adelante el juicio. También mencionó a un hombre de apellido Filippini que “era bogado de la esposa de un policía que se estaba separando, y eso le costo que lo metieran junto con nosotros”.
El testigo indicó que fue varias veces interrogado, tanto por los jefes del SI, como Feced y Guzmán Alfaro, como por otro grupo de seis o siete personas entre las que reconoció a varios de los implicados en el secuestro y desaparición de Brandazza. Entre las tremendas sesiones de golpes y aplicación de picana eléctrica que sufrió, Carranza escuchó que los torturadores le recordaban su pasado como integrante de la Comisión Investigadora Bicameral.
“Recuerdo que uno de los que me rodeaban ‒rememoró Carranza‒, estando yo vendado y maniatado me dijo: «yo vine de muy lejos para este encuentro». Y otro me dijo: «sabes quien soy el que venía en el Tirsa». Ese era Ángel Jesús Farías, posiblemente el más pusilánime de los que yo investigue. Ahora reaparecía con el gobierno militar. Lo habíamos detenido cuando iba en un colectivo Tirsa a la altura de Villa Constitución”.
“En algunos interrogatorios pretendían que yo dijera que Carmen Lucero era montonera y usaba armas. Carmen era hija del diputado Juan Lucero. Tenía apenas 16 años”, afirmó el testigo.
Carranza hizo un señalamiento especial con relación a Carmen Lucero, que con “sus 16 años soportó con entereza y gran dignidad la tortura”. El testigo aseguró que a ella la secuestraron por ser la hija del “Chancho” Lucero”. También recordó a “Adrián Sanchez de 16 o 17 años, y a otro muchachito, Bas y Mansilla, de la misma edad. Estaba también Juan José Mattos, y había un sacerdote tercermundista, creo que era el cura García que lo habían secuestrado junto con su compañera y lo mortificaban constantemente”.
Además refirió que “estaban la pareja el Cady (Ricardo Chomicky uno de los imputados del juicio) y Victoria que militaban en la JUP, tenían un par de años mas de Carmen y ese grupo, y los habían quebrado totalmente y los usaban para secuestrar y torturar a otros”.
Entre los represores que pudo identificar, Carranza mencionó a Kunfú, Kunfito, Managua, el Pelado o Sargento (Ramón Vergara, otro de los imputados), el Cura (Mario Marcote) y el Ciego o Menguele (José Lo Fiego), Agustín Feced y Raúl Guzmán Alfaro.
Carranza hizo otro alto para hacer una referencia sobre el “Pollo” José Baraballe, otro secuestrado ‒sindicado por varios de los sobrevivientes como colaborador‒ “a quien la tortura había quebrado”. El testigo dijo que “aunque ya esta muerto, siento la obligación de decir que lo conocí en la Favela y en el Sótano, y me confeso lo que había hecho. Me dijo que en su grupo de militancia tenían establecido que a 48 horas de haber sido secuestrado un militante, el resto debían levantar todas las direcciones que este conocía. Baraballe era un ser atormentado que trataba de ayudar a los que allí estábamos, como llevarnos al baño. Cuando pasaban cerca los zapatos del Pollo, podíamos pedir agua o ir al baño, cuando pasaban otro podíamos recibir patadas”.
Carranza relató el calvario que sufrió su familia durante su encierro. Puntualizó que luego de su cautiverio en el SI, fue trasladado al penal de Coronda, y que a los cuatro meses recuperó la libertad, previo paso el Comando del Segundo Cuerpo de ejército, donde el general Leopoldo Galtieri decidía sobre la vida y la muerte de los hombre y mujeres de cinco provincias.
Al cierre de testimonio, pausado, repleto de fechas, nombres y referencias precisas, de Elías Carranza, el juez que presidía el tribunal, Otmar Paulucci se despachó con un saludo para el testigo que sorprendió a varios de los presentes. “Quiero decirle en lo personal, que siento un gran orgullo de haberlo conocido”, afirmó el magistrado. Luego de la despedida, en la sala estallaron los aplausos.
El juicio tiene como imputados al ex titular del Segundo Cuerpo, Ramón Genaro Díaz Bessone; a los ex policías rosarinos José Carlos Scortechini, Ramón Rito Vergara, Mario Alfredo Marcote y José Rubén Lo Fiego; y al civil acusado de complicidad con la dictadura Ricardo Miguel Chomicky.
El “aguante”
Afuera, los testigos, querellantes y personas que día a día hacen el “aguante” del juicio, esperaban a Elías para abrazarlo y saludarlo. Uno de los encuentros más emocionantes fue el que se dio con Carmen Lucero.
Un texto de Carranza para El Diario del Juicio
En un corto cruce de palabras que Elías Carranza tuvo con Redacción Rosario, reconoció haberse olvidado de decir algunos detalles que hubiera querido mencionar, y refirió que antes de su declaración se había tomado el trabajo de escribir una síntesis de lo que pretendía declarar. Redacción Rosario, le ofreció su web y el blog El diario del Juicio (editado por Redacción Rosario y El Eslabón, donde se pueden encontrar todas las crónicas de la causa Díaz Bessone), para publicar ese texto que en este link se puede leer.
Podés leer toda la cobertura del juicio Díaz Bessone en El Diario del Juicio.
La historia vivida por Elías Carranza permite ver los hilos de continuidad que unieron a las dictaduras de Agustín Lanusse con la surgida el 24 de marzo de 1976, aunque la de Jorge Rafael Videla multiplicó hasta lo impensado el terror y la muerte.
Carranza relató los infernales hechos que vivió durante su secuestro y cautiverio en el SI, y relacionó esa detención ilegal con su trabajo en una Comisión Bicameral de la provincia de Santa Fe, creada en el año 1973 para investigar los apremios, secuestros y desapariciones ocurridas durante la dictadura de Lanusse.
El testigo, que reside en Costa Rica ‒lugar en el que vive desde su exilio‒, vino especialmente a Rosario para declarar en el juicio que lleva adelante el tribunal oral federal N°2, y estuvo acompañado por un importante contingente familiar que llenó la sala de audiencias.
Carranza planteó al inicio de su testimonio la “necesidad de referir al trabajo realizado por la Comisión Bicameral que investigó el secuestro y desaparición del militante Ángel “Tacuarita” Brandaza”, secuestrado y desaparecido en noviembre de 1972.
El testigo relató que por esos días él era empleado del juzgado de instrucción de Rosario y fue designado para integrar esa comisión investigadora, que logró reconstruir casi todo el recorrido sufrido por el joven militante e identificar a los implicados en el hecho.
“Brandazza, era un joven estudiante de Ciencias Económicas y trabajador, que fue secuestrado por policías federales, provinciales, militares y gendarmes. Llevado a la comisaria 5° de calle Dorrego, y picaneado hasta que se murió. Luego su cuerpo fondeado en el río Paraná”, precisó el testigo.
Carranza recordó el “valiente” trabajo desarrollado por la comisión presidida por el diputado Juan “Chancho” Lucero (PJ) y secundada por el radical Rubén Martinez. “El caso Brandazza fue de gran notoriedad publica, pero durante el siguiente golpe militar se multiplicaría por 30.000”, apuntó el testigo.
Parte del trabajo de investigación realizado por aquella comisión fue relatado por Carranza. “Determinamos ‒señaló el abogado‒, que con diversos grados de participación tenían responsabilidad penal varios integrantes del comando SAR: el General Elbio Leandro Anaya, el General Juan de Dios del Perpetuo Socorro Carranza Zavalía, el Coronel Vilanova, los mayores Gigena y Bonifacino, el Sargento Ayudante Emilio Letto, el gendarme Gamboa; los policías federales Cabo Peregrino Luis Gallardo (alias Jopito), Subinspector Jorge Roberto Ibarra (alias Calculín), Cabo Primero Atilio Gerla (alias Costurera), los agentes Hugo José Bellet y Rubén Felipe Fernández; y los integrantes de la Policía Provincial Oficial Ayudante Ovidio Marcelo Olazagoitía, Oficial Subinspector Alberto Máximo Grandi, Cabos Rubén Oscar San Juan y Gregorio Prieto, y agente Angel Jesús Farías”.
Luego el testigo detalló que durante el funcionamiento de la Comisión, en una oportunidad “ametrallaron las ventanas de nuestra sede en el edificio de Tribunales”; en otra “dispararon contra nuestro automóvil, y en otra oportunidad pusieron una bomba en el auto al que íbamos a subir, que explotó destruyendo e incendiando tres vehículos estacionados en hilera”. El más grave de los hechos ocurridos durante el funcionamiento de la Comisión “fue el secuestro y asesinato del abogado Felipe Rodríguez Araya y del Procurador Lescano, quienes habían colaborado aportando con su firma datos muy valiosos para esclarecer los hechos que investigábamos”, refirió Carranza.
El sobreviviente agregó que varias veces ametrallaron la casa de Juan Lucero, presidente de la Comisión, y el día del golpe militar de marzo de 1976 entró una patota a su casa secuestrándolo, y aunque posteriormente se oficializó su privación de libertad permaneció encarcelado durante más de cinco años a disposición del Poder Ejecutivo”.
El 18 de febrero de 1977 Carranza fue secuestrado mientras iba por el bulevar Oroño, a muy pocas cuadras de donde ahora se desarrolla el juicio, y fue llevado al Servicio de Informaciones de la Jefatura de policía de Rosario, donde funcionó el centro clandestino de detención y exterminio más grande de Santa Fe
Por su labor de empleado judicial, Carranza se convirtió en un testigo clave. El sobreviviente contó a los jueces que “conocía muy bien ese lugar” y que aunque “estaba vendado” pudo identificar “las baldosas inmediatamente por debajo de la venda”.
En ese momento, Carranza comenzó el relato del infierno. “A pesar de la odisea que pasé y pasó mi familia, pienso que tuve mucha suerte al lado de la gente que estaba en ese lugar ‒describió el testigo‒. Durante el mes que estuve en ese lugar habrá habido entre 20 o 30 personas, mujeres y hombres, entre el primer piso, la escalera y ese sótano a donde se bajaba. La cifra oscilaba porque traían gente nueva, luego de torturarlos se los llevaban y no aparecían más o se los oficializaba llevándoselos a las cárceles. Las sesiones de torturas eran constantes, los gritos desgarradores de los torturados. Pienso que los vecinos deberían haber escuchado, por esa ventanas bajas que tenía el sótano”.
Carranza recordó los nombres de varios de sus compañeros de cautiverio, entre ellos el de Analía Minetti, quien está desaparecida y es una de las víctimas fatales de la causa por la que se lleva adelante el juicio. También mencionó a un hombre de apellido Filippini que “era bogado de la esposa de un policía que se estaba separando, y eso le costo que lo metieran junto con nosotros”.
El testigo indicó que fue varias veces interrogado, tanto por los jefes del SI, como Feced y Guzmán Alfaro, como por otro grupo de seis o siete personas entre las que reconoció a varios de los implicados en el secuestro y desaparición de Brandazza. Entre las tremendas sesiones de golpes y aplicación de picana eléctrica que sufrió, Carranza escuchó que los torturadores le recordaban su pasado como integrante de la Comisión Investigadora Bicameral.
“Recuerdo que uno de los que me rodeaban ‒rememoró Carranza‒, estando yo vendado y maniatado me dijo: «yo vine de muy lejos para este encuentro». Y otro me dijo: «sabes quien soy el que venía en el Tirsa». Ese era Ángel Jesús Farías, posiblemente el más pusilánime de los que yo investigue. Ahora reaparecía con el gobierno militar. Lo habíamos detenido cuando iba en un colectivo Tirsa a la altura de Villa Constitución”.
“En algunos interrogatorios pretendían que yo dijera que Carmen Lucero era montonera y usaba armas. Carmen era hija del diputado Juan Lucero. Tenía apenas 16 años”, afirmó el testigo.
Carranza hizo un señalamiento especial con relación a Carmen Lucero, que con “sus 16 años soportó con entereza y gran dignidad la tortura”. El testigo aseguró que a ella la secuestraron por ser la hija del “Chancho” Lucero”. También recordó a “Adrián Sanchez de 16 o 17 años, y a otro muchachito, Bas y Mansilla, de la misma edad. Estaba también Juan José Mattos, y había un sacerdote tercermundista, creo que era el cura García que lo habían secuestrado junto con su compañera y lo mortificaban constantemente”.
Además refirió que “estaban la pareja el Cady (Ricardo Chomicky uno de los imputados del juicio) y Victoria que militaban en la JUP, tenían un par de años mas de Carmen y ese grupo, y los habían quebrado totalmente y los usaban para secuestrar y torturar a otros”.
Entre los represores que pudo identificar, Carranza mencionó a Kunfú, Kunfito, Managua, el Pelado o Sargento (Ramón Vergara, otro de los imputados), el Cura (Mario Marcote) y el Ciego o Menguele (José Lo Fiego), Agustín Feced y Raúl Guzmán Alfaro.
Carranza hizo otro alto para hacer una referencia sobre el “Pollo” José Baraballe, otro secuestrado ‒sindicado por varios de los sobrevivientes como colaborador‒ “a quien la tortura había quebrado”. El testigo dijo que “aunque ya esta muerto, siento la obligación de decir que lo conocí en la Favela y en el Sótano, y me confeso lo que había hecho. Me dijo que en su grupo de militancia tenían establecido que a 48 horas de haber sido secuestrado un militante, el resto debían levantar todas las direcciones que este conocía. Baraballe era un ser atormentado que trataba de ayudar a los que allí estábamos, como llevarnos al baño. Cuando pasaban cerca los zapatos del Pollo, podíamos pedir agua o ir al baño, cuando pasaban otro podíamos recibir patadas”.
Carranza relató el calvario que sufrió su familia durante su encierro. Puntualizó que luego de su cautiverio en el SI, fue trasladado al penal de Coronda, y que a los cuatro meses recuperó la libertad, previo paso el Comando del Segundo Cuerpo de ejército, donde el general Leopoldo Galtieri decidía sobre la vida y la muerte de los hombre y mujeres de cinco provincias.
Al cierre de testimonio, pausado, repleto de fechas, nombres y referencias precisas, de Elías Carranza, el juez que presidía el tribunal, Otmar Paulucci se despachó con un saludo para el testigo que sorprendió a varios de los presentes. “Quiero decirle en lo personal, que siento un gran orgullo de haberlo conocido”, afirmó el magistrado. Luego de la despedida, en la sala estallaron los aplausos.
El juicio tiene como imputados al ex titular del Segundo Cuerpo, Ramón Genaro Díaz Bessone; a los ex policías rosarinos José Carlos Scortechini, Ramón Rito Vergara, Mario Alfredo Marcote y José Rubén Lo Fiego; y al civil acusado de complicidad con la dictadura Ricardo Miguel Chomicky.
El “aguante”
Afuera, los testigos, querellantes y personas que día a día hacen el “aguante” del juicio, esperaban a Elías para abrazarlo y saludarlo. Uno de los encuentros más emocionantes fue el que se dio con Carmen Lucero.
Un texto de Carranza para El Diario del Juicio
En un corto cruce de palabras que Elías Carranza tuvo con Redacción Rosario, reconoció haberse olvidado de decir algunos detalles que hubiera querido mencionar, y refirió que antes de su declaración se había tomado el trabajo de escribir una síntesis de lo que pretendía declarar. Redacción Rosario, le ofreció su web y el blog El diario del Juicio (editado por Redacción Rosario y El Eslabón, donde se pueden encontrar todas las crónicas de la causa Díaz Bessone), para publicar ese texto que en este link se puede leer.
Podés leer toda la cobertura del juicio Díaz Bessone en El Diario del Juicio.