Juicio Díaz Bessone: Ana y su hermana
Ana Moro no paró nunca de buscar a su hermana Miriam y a su cuñado Roberto De Vicenzo, secuestrados y desaparecidos en septiembre de 1976 en Rosario por las patotas ilegales del terrorismo de estado. Fundadora de Familiares de Desaparecidos de Rosario, tanto persistió en la lucha, que los encontró. Primero a Miriam ‒apenas entrada la democracia‒ asesinada de once balazos y enterrada en el osario común del cementerio de Casilda. Y este año a Roberto, quien había sido sepultado en una tumba NN en la necrópolis de Barrancas. Este martes Ana declaró en el juicio que investiga los delitos de lesa humanidad cometidos en el Servicio de Informaciones de la policía de Rosario durante la dictadura ‒lugar en el que estuvo detenida‒, y dio testimonio de su treinta y cuatro años de pelea.
Ana Moro declaró que el 21 de mayo de 1977 fue secuestrada junto a su marido Juan Cheroni, y que luego corrieron la misma suerte su cuñado Hugo y su concuñada Stella Porotto ‒quienes también brindaron su testimonio este martes‒. Pero resaltó que la pesadilla familiar no había comenzado en ese momento, sino que ya se había iniciado con diferentes hechos represivos que concluyeron con los secuestros y desapariciones de su hermana gemela, Miriam y su esposo Roberto De Vicenzo, en septiembre del año anterior.
En gran medida, el relato de Ana es la historia de Familiares de Desaparecidos de Rosario, organismo de derechos humanos del que Moro es una de sus fundadoras. “Nos empezamos a mover con mi mamá ‒explicó la testigo con relación al secuestro de su hermana y cuñado‒, hicimos hábeas corpus en los tribunales federales, fuimos a tribunales provinciales. El juzgado federal Varta contestó que no sabían nada del caso. Escribimos a Cruz Roja, Naciones Unidas, ministerio del interior”.
Luego Ana describió que el 21 de mayo un grupo de hombres fuertemente armados allanan su casa. La testigo indicó que los represores golpearon a su marido y les preguntaban por su cuñado Hugo. “En un momento un tipo alto, corpulento, sargento o pelado dice: «a esta la llevamos porque tiene un hermana montonera presa». Yo dije que estaba desaparecida”, contó la sobreviviente que reconoció que con su hermana gemela eran muy parecidas, lo que la llevó a expresar a los jueces: “esta persona tiene que haber visto a mi hermana”.
Ana refirió que los secuestradores los llevaron en auto hasta la el Servicio de Informaciones (SI) de la entonces Jefatura de Policía de Rosario, en San Lorenzo y Dorrego. “Entramos a Jefatura ‒indicó la testigo‒, nos bajan y nos vendan los ojos, nos meten a empujones por una escalera, nos meten en una pieza circular. Pude ver debajo de la venda. Estuvimos en ese lugar del sábado al domingo. Estaba la radio fuerte porque torturaban gente. En un momento se llevaron a mi cuñado para torturarlo, escuchamos sus gritos”.
La testigo continuó: “Luego cae un chico que decía que era de Córdoba, lo torturaban. Uno de los torturadores dice «hablá que te reviento los ojos con la birome». Esos gritos me persiguieron por mucho tiempo. En un momento sentimos que arrastran un cuerpo y la persona que la había amenazado era Chomicky ‒ex detenido acusado por sobrevivientes como colaborador‒, que dice: «acaba de pasar un féretro»”. Ana señaló que en esa piecita circular, estaban su cuñado, su mujer, De Luca, Jaime, su marido Juan y ella.
Ana narró a los jueces que el domingo los pasaron a la Favella ‒otro espacio dentro del mismo SI‒,donde también estuvo con Mirta Castellini. “Estaba muy torturada”, indicó. “A ese lugar subió varias veces el Cura, un día me dijo «cómo era tu cuñado», le dije que era rubio, blanco y se rió, Me dijo: «me parece que estuvo acá». Un día subió el Pollo (José) Baraballe y me dijo qu a mi hermana y cuñado los habían matado a los dos”. Ana también recordó que otro día vio a “un chico, apellido Castillo, muy torturado, que se contorsionaba del dolor”.
La testigo, quien señaló a los jueces que estaba embarazada de cinco meses cuando fue secuestrada, explicó el terror que se vivía en todo segundo en el SI. “Yo estaba esperando que me llamen para torturarme, estaba embarazada, todo eso posteriormente hizo mucho daño a mi hijo Sergio, quien sufrió mucho por lo que pasamos los dos”.
Continuó Moro: “Nos llevaron al sótano, nos pudimos bañar, y lavar la ropa. Había una pieza chica donde dormía Marga y Ester Fernández, quien me confirmó que a mi hermana y cuñado los habían matado. También había otra pieza donde dormía la Corcho con su bebé.”.
Entre los represores del SI, Ana registró a “el Sargento o Pelado, Darío, Carlitos Gómez, el Ciego Lofiego, El Cura Marcote”.
Sobre Gómez y Lofiego, la sobreviviente del SI describió: “Vinieron un día, nos hacen poner en fila, paso adelante y pidió que dijéramos en que agrupación militábamos, dije ninguna, yo había dejado de militar. Mirta Castellini dijo «miliciana montonera», con gran dignidad”.
La testigo recordó los nombres de compañeros de cautiverio como “Pancha, la hija de Lili, Cármen Lucero, Francisca y su esposo, Marisa” y además “unos obreros de San Lorenzo, Matos y Cigüeña”.
Ana Moro comentó que llegó un día en el que junto a otros detenidos fueron llevados a un lugar donde les sacaron fotos, los hicieron firmar una declaración antes de largarlos. También aclaró que su cuñado Hugo siguió detenido y luego fue trasladado a Coronda.
Fuera del SI, Ana tuvo que seguir enfrentando los estragos producidos por el terrorismo de estado en su familia ‒además de los que la dictadura le ocasionaba al país en general‒. “A los hijos de mi hermana, Darío y Gustavo (tenían apenas un año el primero y meses el segundo cuando sus padres fueron desaparecidos), les dijimos que los papás se fueron a trabajar lejos. Al más grande lo llevamos a psicólogo. Un día volvíamos los dos de la mano, pasa un camión, y Darío grita: «papá, papá», porque tenía el recuerdo de una mudanza que habían hecho sus padres en un camión. Le dije «papá murió, lo mataron», y el me decía «no, papá está trabajando».
Ana contó que después nació su hijo y que toda la familia colaboró para cuidar a los chicos. “Pero la gran responsabilidad cayó en mi madre, la abuelita Nélida, que murió nombrando a su hija”, refirió Ana.
“En diciembre del 77 ‒rememoró la testigo‒ en una misa en Iglesia de Roca y Salta, nos conectáramos con María Rosa White (una de las mentoras de Madres de plaza 25 de Mayo), y el marido, su hijo estaba desaparecido. Nos integramos con mi mamá a militar con familiares de desaparecidos”.
En ese momento Ana Moro miró a los jueces y dijo: “Quiero recordar a esos compañeros que en las peores épocas lucharon, persistieron por amor a sus seres queridos. No quiero nombrar a algunos por no olvidarme de otros, quiero decirles compañeros de familiares estoy acá, siguiendo su ejemplo de lucha y perseverancia”.
La testigo recordó que después “en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) se crea el equipo jurídico, cuyos responsables son Delia Rodríguez Araya, Alicia Lesgart, Olga Cabrera Hansen, y yo”.
Ana volvió en su relato una y otra vez al recuerdo de su hermana y su cuñado. Sobre le final de su testimonio señaló: “Miriam tenía muchos sueños: Darío y Gustavo, resistir a la dictadura, amar su esposo, tantos proyectos personales, le gustaba leer, el cine. Tenía 24 años. Señores jueces, les pido justicia”. Y a continuación agregó: “Doy gracias a la vida, porque siento amor por mucha gente, por Juan ‒su esposo y compañero‒, las Madres y los HIJOS que continúan nuestra lucha y me representan. También siento un profundo desprecio por las personas imputadas. Nunca van a sentir el amor, pido justicia por Miriam, Roberto y los 30.000 desaparecidos”.
En la sala de audiencias, los sobrinos de Ana Gustavo y Darío ‒junto a familiares y amigos‒ fuero los que empezaron a corear el nombre de su tía, que de inmediato se confundió en una ovación completa de todo el público.
Además de Ana, declararon este martes, su esposo Juan Cheroni, su cuañado Hugo Cheroni, su concuñada Setlla Porotto y Ana Koad.
Datos del juicio contra la patota de Feced
Los acusados de este juicio son Ramón Genaro Díaz Bessone (Oficial superior (R) - ex Comandante del II Cuerpo de Ejército); José Rubén Lofiego(Oficial Principal de la Policía de Santa Fe); Marcote, Mario Alfredo (Oficial de la Policía de Santa Fe); Ramón Rito Vergara (Suboficial de la Policía de Santa Fe), José Carlos Antonio Scortechini (Comisario principal de la Policía de Santa Fe), Ricardo Miguel Chimcky (Civil).
En el proceso se están juzgando los delitos de lesa humanidad cometidos en el mayor Centro Clandestino de detención de la dictadura en Santa Fe: el Servicio de Informaciones (SI) de la ex Jefatura de Policía de Rosario (ubicado en San Lorenzo y Dorrego), que dirigió el Comandante de Gendarmería Agustín Feced.
En este primer juicio, se ventilan crímenes de lesa humanidad cometidos contra 91 personas que sufrieron secuestro, privación ilegítima de la libertad y torturas, de las cuales 17 de ellas fueron desaparecidas y asesinadas.
Alrededor de 190 testigos desfilarán por el Tribunal Oral Federal de Rosario N°2 (TOF2). La amplia mayoría de ellos son ex detenidos políticos sobrevivientes del Servicio de Informaciones. En este juicio se ventilará sólo una pequeña porción del total de los crímenes perpetrados en el SI: el 5%.
Ana Moro declaró que el 21 de mayo de 1977 fue secuestrada junto a su marido Juan Cheroni, y que luego corrieron la misma suerte su cuñado Hugo y su concuñada Stella Porotto ‒quienes también brindaron su testimonio este martes‒. Pero resaltó que la pesadilla familiar no había comenzado en ese momento, sino que ya se había iniciado con diferentes hechos represivos que concluyeron con los secuestros y desapariciones de su hermana gemela, Miriam y su esposo Roberto De Vicenzo, en septiembre del año anterior.
En gran medida, el relato de Ana es la historia de Familiares de Desaparecidos de Rosario, organismo de derechos humanos del que Moro es una de sus fundadoras. “Nos empezamos a mover con mi mamá ‒explicó la testigo con relación al secuestro de su hermana y cuñado‒, hicimos hábeas corpus en los tribunales federales, fuimos a tribunales provinciales. El juzgado federal Varta contestó que no sabían nada del caso. Escribimos a Cruz Roja, Naciones Unidas, ministerio del interior”.
Luego Ana describió que el 21 de mayo un grupo de hombres fuertemente armados allanan su casa. La testigo indicó que los represores golpearon a su marido y les preguntaban por su cuñado Hugo. “En un momento un tipo alto, corpulento, sargento o pelado dice: «a esta la llevamos porque tiene un hermana montonera presa». Yo dije que estaba desaparecida”, contó la sobreviviente que reconoció que con su hermana gemela eran muy parecidas, lo que la llevó a expresar a los jueces: “esta persona tiene que haber visto a mi hermana”.
Ana refirió que los secuestradores los llevaron en auto hasta la el Servicio de Informaciones (SI) de la entonces Jefatura de Policía de Rosario, en San Lorenzo y Dorrego. “Entramos a Jefatura ‒indicó la testigo‒, nos bajan y nos vendan los ojos, nos meten a empujones por una escalera, nos meten en una pieza circular. Pude ver debajo de la venda. Estuvimos en ese lugar del sábado al domingo. Estaba la radio fuerte porque torturaban gente. En un momento se llevaron a mi cuñado para torturarlo, escuchamos sus gritos”.
La testigo continuó: “Luego cae un chico que decía que era de Córdoba, lo torturaban. Uno de los torturadores dice «hablá que te reviento los ojos con la birome». Esos gritos me persiguieron por mucho tiempo. En un momento sentimos que arrastran un cuerpo y la persona que la había amenazado era Chomicky ‒ex detenido acusado por sobrevivientes como colaborador‒, que dice: «acaba de pasar un féretro»”. Ana señaló que en esa piecita circular, estaban su cuñado, su mujer, De Luca, Jaime, su marido Juan y ella.
Ana narró a los jueces que el domingo los pasaron a la Favella ‒otro espacio dentro del mismo SI‒,donde también estuvo con Mirta Castellini. “Estaba muy torturada”, indicó. “A ese lugar subió varias veces el Cura, un día me dijo «cómo era tu cuñado», le dije que era rubio, blanco y se rió, Me dijo: «me parece que estuvo acá». Un día subió el Pollo (José) Baraballe y me dijo qu a mi hermana y cuñado los habían matado a los dos”. Ana también recordó que otro día vio a “un chico, apellido Castillo, muy torturado, que se contorsionaba del dolor”.
La testigo, quien señaló a los jueces que estaba embarazada de cinco meses cuando fue secuestrada, explicó el terror que se vivía en todo segundo en el SI. “Yo estaba esperando que me llamen para torturarme, estaba embarazada, todo eso posteriormente hizo mucho daño a mi hijo Sergio, quien sufrió mucho por lo que pasamos los dos”.
Continuó Moro: “Nos llevaron al sótano, nos pudimos bañar, y lavar la ropa. Había una pieza chica donde dormía Marga y Ester Fernández, quien me confirmó que a mi hermana y cuñado los habían matado. También había otra pieza donde dormía la Corcho con su bebé.”.
Entre los represores del SI, Ana registró a “el Sargento o Pelado, Darío, Carlitos Gómez, el Ciego Lofiego, El Cura Marcote”.
Sobre Gómez y Lofiego, la sobreviviente del SI describió: “Vinieron un día, nos hacen poner en fila, paso adelante y pidió que dijéramos en que agrupación militábamos, dije ninguna, yo había dejado de militar. Mirta Castellini dijo «miliciana montonera», con gran dignidad”.
La testigo recordó los nombres de compañeros de cautiverio como “Pancha, la hija de Lili, Cármen Lucero, Francisca y su esposo, Marisa” y además “unos obreros de San Lorenzo, Matos y Cigüeña”.
Ana Moro comentó que llegó un día en el que junto a otros detenidos fueron llevados a un lugar donde les sacaron fotos, los hicieron firmar una declaración antes de largarlos. También aclaró que su cuñado Hugo siguió detenido y luego fue trasladado a Coronda.
Fuera del SI, Ana tuvo que seguir enfrentando los estragos producidos por el terrorismo de estado en su familia ‒además de los que la dictadura le ocasionaba al país en general‒. “A los hijos de mi hermana, Darío y Gustavo (tenían apenas un año el primero y meses el segundo cuando sus padres fueron desaparecidos), les dijimos que los papás se fueron a trabajar lejos. Al más grande lo llevamos a psicólogo. Un día volvíamos los dos de la mano, pasa un camión, y Darío grita: «papá, papá», porque tenía el recuerdo de una mudanza que habían hecho sus padres en un camión. Le dije «papá murió, lo mataron», y el me decía «no, papá está trabajando».
Ana contó que después nació su hijo y que toda la familia colaboró para cuidar a los chicos. “Pero la gran responsabilidad cayó en mi madre, la abuelita Nélida, que murió nombrando a su hija”, refirió Ana.
“En diciembre del 77 ‒rememoró la testigo‒ en una misa en Iglesia de Roca y Salta, nos conectáramos con María Rosa White (una de las mentoras de Madres de plaza 25 de Mayo), y el marido, su hijo estaba desaparecido. Nos integramos con mi mamá a militar con familiares de desaparecidos”.
En ese momento Ana Moro miró a los jueces y dijo: “Quiero recordar a esos compañeros que en las peores épocas lucharon, persistieron por amor a sus seres queridos. No quiero nombrar a algunos por no olvidarme de otros, quiero decirles compañeros de familiares estoy acá, siguiendo su ejemplo de lucha y perseverancia”.
La testigo recordó que después “en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) se crea el equipo jurídico, cuyos responsables son Delia Rodríguez Araya, Alicia Lesgart, Olga Cabrera Hansen, y yo”.
Ana volvió en su relato una y otra vez al recuerdo de su hermana y su cuñado. Sobre le final de su testimonio señaló: “Miriam tenía muchos sueños: Darío y Gustavo, resistir a la dictadura, amar su esposo, tantos proyectos personales, le gustaba leer, el cine. Tenía 24 años. Señores jueces, les pido justicia”. Y a continuación agregó: “Doy gracias a la vida, porque siento amor por mucha gente, por Juan ‒su esposo y compañero‒, las Madres y los HIJOS que continúan nuestra lucha y me representan. También siento un profundo desprecio por las personas imputadas. Nunca van a sentir el amor, pido justicia por Miriam, Roberto y los 30.000 desaparecidos”.
En la sala de audiencias, los sobrinos de Ana Gustavo y Darío ‒junto a familiares y amigos‒ fuero los que empezaron a corear el nombre de su tía, que de inmediato se confundió en una ovación completa de todo el público.
Además de Ana, declararon este martes, su esposo Juan Cheroni, su cuañado Hugo Cheroni, su concuñada Setlla Porotto y Ana Koad.
Datos del juicio contra la patota de Feced
Los acusados de este juicio son Ramón Genaro Díaz Bessone (Oficial superior (R) - ex Comandante del II Cuerpo de Ejército); José Rubén Lofiego(Oficial Principal de la Policía de Santa Fe); Marcote, Mario Alfredo (Oficial de la Policía de Santa Fe); Ramón Rito Vergara (Suboficial de la Policía de Santa Fe), José Carlos Antonio Scortechini (Comisario principal de la Policía de Santa Fe), Ricardo Miguel Chimcky (Civil).
En el proceso se están juzgando los delitos de lesa humanidad cometidos en el mayor Centro Clandestino de detención de la dictadura en Santa Fe: el Servicio de Informaciones (SI) de la ex Jefatura de Policía de Rosario (ubicado en San Lorenzo y Dorrego), que dirigió el Comandante de Gendarmería Agustín Feced.
En este primer juicio, se ventilan crímenes de lesa humanidad cometidos contra 91 personas que sufrieron secuestro, privación ilegítima de la libertad y torturas, de las cuales 17 de ellas fueron desaparecidas y asesinadas.
Alrededor de 190 testigos desfilarán por el Tribunal Oral Federal de Rosario N°2 (TOF2). La amplia mayoría de ellos son ex detenidos políticos sobrevivientes del Servicio de Informaciones. En este juicio se ventilará sólo una pequeña porción del total de los crímenes perpetrados en el SI: el 5%.