“A muchas las desnudaban, las violaban y las torturaban”

Este martes, en la jornada de juicio oral contra la patota de la dictadura del Servicio de Informaciones, también delcararon los testigos Celia Valdez y los hermanos Jorge y Norberto Ugolini. Celia señaló que en el centro de exterminio “se escuchaban gritos, golpes, a la madrugada y que a las chicas se las llevaban, y las traían todas torturadas. Ellas contaban que a muchas las desnudaban, las violaban, las torturaban”. Además, fuera del tribunal, estudiantes de la facultad de Humanidades y Artes convocados por el espacio Juicio y Castigo, realizaron distintas actividades de apoyo a los querellantes y organismos de derechos humanos.
uicio Díaz Bessone



Celia hizo un breve pero doloroso relato de su paso por el SI: “A mí me detuvieron el 1 de julio de 76. Fueron a mi casa, me llevaron a la jefatura, me vendaron los ojos. Entraron en mi casa preguntaban por mi esposo Mario Luraschi –quien declaró la jornada anterior del juicio–, como él no estaba me llevaron a mí. Algunos estaban con uniformes, tenían armas. El jefe, el que comandaba el procedimiento, era Seichuk”, comenzó su relato Celia otra de las testigos que declaró este martes.

“Apenas entre en Jefatura, en una habitación me vendaron, yo estaba embarazada de cinco o seis meses, y me dejaron ahí sentada –prosiguió la sobreviviente–. Escuchaba que a mi esposo lo golpeaban lo torturaban. Estuve quince días ahí, sin bañarme ni nada, había dos embarazadas más y muchas otras chicas”.

Celia señaló que en el centro de exterminio “se escuchaban gritos, golpes, a la madrugada y que a las chicas se las llevaban, y las traían todas torturadas. Ellas contaban que a muchas las desnudaban, las violaban, las torturaban”.

“El que torturaba era Lofiego, le decían el Ciego porque tenía unos lentes de aumento –denunció Celia–. Había otro que le decían Guzmán. También estaba Rommel, un muchacho alto, grandote”.

El relato de Jorge

Jorge Ugolini fue secuestrado el 16 de julio de 1976 por un grupo de personas en su casa. “Era de madrugada, vivía con mi madre, mi hermano y hermana. Escucho gritos, abro la ventana y veo un hombre que luego supe que se llamaba Lofiego, que me amenaza con un arma 45 y me dice que me quede, que me iba a matar. Yo corrí al teléfono y estaba cortado. Tiraron abajo la puerta del patio, y ahí entraron, eran mas de diez hombres muy armados”, describió el testigo.

El relato de Jorge fue corto y muy preciso: “Me vendan, oigo que a mi hermano también. Me suben a un camión celular, y tenía alguien adelante mío, que me golpeaba sistemáticamente con la culata de un fusil, y hicimos un recorrido largo, haciendo operativos, levantando más gente como yo. Hasta que nos llevan a jefatura, comienzan a golpearme. Me hicieron simulacros de fusilamiento”.

Jorge recordó que junto a él “estaba otro detenido de apellido Usinger” y agregó que “a su vez desfilaba gente todo el tiempo. Las torturas eran de terror, los aullidos”.

El testigo refirió que lo subieron a un lugar que era un entrepiso. “Ahí éramos como 40 –contó–, además de Usinger recuerdo a De Maria a Tossi, que escuche como lo torturaban, Simeone, un muchacho que quedo mal de los nervios, se llamaba Drigoti. En ese lugar no había guardia permanente, estuve 30 días ahí, después me bajaron a un lugar que era un sótano. Ahí pude bañarme por primera vez. Ahí también veo a un muchacho que le decían Corrientes, que estaba muy mal, le salía sangre por la boca, no podía comer. Otros que estaban muy mal eran (Eduardo) Seminara y (Rubén) Milberg. En el entrepiso me acuerdo de uno de los personajes que habitaban ahí que le decían Juan el Correntino, que se emborrachaba y nos pegaba. También estaban el Bocha Corbella que estaba muy golpeado, y los hermanos Gollán”.

Jorge declaró además que “en un momento uno que le decían el Pollo que después supe que era Baravalle, me lleva a un costado, y me dice levántate la venda, y me muestra alguien en una camilla que estaba muerto y tenía pintada una estrella..

El testimonio de Norberto

Norberto Ugolini contó la desesperada búsqueda que hizo para encontrar a su hermano: “En el 76 mi hermano fue privado de la libertad y yo también declaró. No me acuerdo bien el mes. Fueron a mi casa un grupo de gente armada. A mi hermano se lo llevaron, y yo empecé a hacer gestiones para averiguar por mi hermano. Fui a ver con mi novia a alguien que era radical, de apellido Mark, creo que era presidente de la bancada radical, que me atendió muy bien. Él me dijo que tenía una sobrina desaparecida, fue a hablar por teléfono con el subjefe de la policía, le dijo que habían agotado su paciencia, que esto no podía seguir. Y el subjefe le respondió que a él le iba la vida en eso pero que si, que mi hermano estaba ahí”.
Norberto recordó que cuando los secuestradores de Jorge estuvieron es su casa lo vendaron y golpearon, “hacían que me iban a gatillar”, señaló el testigo.
Norberto agregó que “la persona que dirigía todo era alguien que me saco la venda, se saco un bigote y me dijo «¿sabe quien soy yo?, el comandante Feced»”.
Norberto indicó que “después de un tiempo, nos enteramos que estaba en jefatura y le íbamos a llevar alguna cosa. Siempre íbamos de a dos, por si quedaba alguno adentro, siempre con temor. Creo que a Jorge recién lo pude ver en el 78 en Coronda”.
El testigo manifestó que cuando los represores entraron en su casa se robaron todo. “En mi casa no quedó ni una cucharita, se robaron todo. Hasta un cheque que había del banco provincial”, dijo.

Mucho aguante

En la puerta del Tribunal desde temprano a la mañana los estudiantes de la Facultad de Humanidades y Artes, nucleados en la agrupación Mate Cocido, realizaron junto a los integrantes del espacio Juicio y Castigo una “pintada de banderas” con consignas de “apoyo al proceso de condenas a los genocidas”.

“Un numeroso grupo de estudiantes se juntó para realizar una instalación, tocar música y pintar la bandera de la Secretaría de Derechos Humanos del Centro de Estudiantes (CEHyA)”, contó a Redacción Rosario la presidenta de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDH), Norma Ríos, para explicar el sentido de la actividad.

Entre mate y mate, los jóvenes escucharon a la Madre de desparecidos Herminia Madre, y a diferentes ex detenidos políticos “que también hacían el aguante”.

Pañuelos gigantes de las Madres de Plaza de Mayo bordeaban el cantero, banderines con láminas alegóricas flotaban al viento. Algunos militantes se pararon en el semáforo de la esquina de Rioja y Oroño frente a los automovilistas con carteles en los que se leía: “Sabía que…? En Rosario se está juzgando a los represores. Si apoyás tocá bocina”

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