Nuevas declaraciones en el juicio Feced II: “Mi madre llora todas las noches al rezar”


El testimonio de una hermana de dos ciudadanos peruanos asesinados por la patota de Feced en un presunto enfrentamiento armado, volvió a derribar la versión oficial del hecho ocurrido en diciembre de 1978 con el que se pretendió tapar el homicidio del estudiante Conrado Galdame. 


Por Juane Basso. La verdadera historia de los hermanos Cespedes Chung va cobrando cada vez más nitidez a medida que avanza el juicio oral y público de la denominada causa Feced II, donde entre otros crímenes de lesa humanidad se juzgan los homicidios de los dos hermanos peruanos Rory y María Antonieta, asesinados por la patota del Servicio de Informaciones (SI) de la Policía durante la dictadura, en una pantomima de enfrentamiento fraguado por los terroristas de Estado bajo el cual se pretendió esconder, un 16 de diciembre de 1978, la muerte del estudiante Conrado Galdame. El pasado 19 de junio declaró vía teleconferencia desde Nueva York, Norma Céspedes Chung, y con su relato los rostros auténticos de sus hermanos Rory y María Antonieta comenzaron a asomarse como en una foto que se revela en la cubeta de un viejo laboratorio analógico. 

Convocada por el Tribunal Oral Federal N° 2 de Rosario, integrado por Noemí Marta Berros, María Ivón Vella y Roberto Manuel López Arango, que juzga a diez represores de la dictadura que actuaron en el centro clandestino de detención del SI, Norma reconstruyó los fatídicos años que vivió su familia sobre el final de la década del 70.

“Aproximadamente en el año 74 o 75 (Rory y María Antonieta) fueron para la Argentina, para estudiar medicina. Pues en Lima había conflictos políticos nos hacían perder los estudios. Estudiar medicina era la razón”, inició su testimonio Norma.

“Nosotros vivíamos en ciudad de San Martín. Mi padre ejercía la representación del Ministerio de Guerra. Era civil pero representante del Ministerio de Guerra. Los conflictos políticos de la época eran porque los estudiantes se quejaban y paraba la Universidad. Rory vino a estudiar medicina, y María Antonieta odontología”, añadió la testigo.

Norma recordó que por intermedio de su madre se mantenían en permanente contacto con la familia. “Mi mamá le enviaba ayuda monetaria a mis hermanos. Recuerdo un encuentro de un año para navidad en Lima. Yo recibía cartas de María Antonieta”, relató Norma, quien además reconoció que los dólares que giraban a Rosario tenían que ver con el “buen pasar” económico de los Céspede Chung, una familia aristocrática que supo contar con su madre como una de las damas más prestigiosas del Club de Leones peruano.

Cuando los jueces consultaron a la testigo sobre cómo tomó conocimiento de lo que le sucedió a sus hermanos, Norma respondió: “Recibo una llamada de mi mamá y me contó. Tenían planeado pasar Navidad juntos sumado a un amigo argentino, en carretera hasta Lima para ver el territorio, era Conrado Galdame. Se llevaban bien, componían canciones y poemas, jugaban al fútbol”.

―¿Qué fue lo que su madre le dijo?–preguntó la jueza Berros.
―Recibió una llamada de que mis dos hermanos habían sido asesinados. Luego una confirmación del Ministerio del Exterior. Mi padre falleció hace más de 10 años. Sufrió mucho por sus hijos, empezó a tomar, a golpearse la cabeza, porque sus hijos habían sido criados para ser muy buenos, sencillos. A mi madre también le afectó mucho. Llora todas las noches al rezar, cada noche. Mi madre trató de entrevistarse con el Ministro del Exterior para traer a sus hijos al Perú, pero no pudo. Viajó a la Argentina. Tenía una amistad con la señora Franchino (la madre de una amiga de María Antonieta), pero no pudimos conseguir que los trajeran. Pienso que la dictadura en Perú estaba Velazquez.

“La señora Franchino tenía amistad antes de la tragedia –prosiguió la testigo–, mamá la invita a Lima y se queda en casa. La hija de la señora se conocía con María Antonieta, estudiaban juntas. Al ocurrir la tragedia, la señora Franchino se comunica con mi mamá y le cuenta”. Y luego, añadió: “Fue una ayuda y consuelo para mi madre. También fue una ayuda del señor Arakaki (propietario del inmueble donde vivía Rory en Rosario, y quien también fue secuestrado por la patota y llevado al SI). Fueron una gran ayuda para mi mamá. Mami le pide luego a Franchino si los puede tener en su panteón familiar, y hasta ahora esta con ellos".

Ricardo Sandoval

“Mi madre tuvo tres restaurantes. En la segunda ciudad donde tuvo, la hermana de Ricardo Sandoval fue mi compañera de clase y Ricardo se hizo amigo de Rory. Su papá tenía una fábrica de ladrillos. Ricardo se muda a Lima porque tiene un tío coronel, y emprende su viaje para estudiar arquitectura. Se encuentran en Rosario, y ahí comienza esa amistad de nuevo con María Antonieta, porque se conocían desde niños, al igual que con Rory”, explicó Norma en un segmento importante de su testimonio.
“En Rosario la amistad se renueva. Mi hermana vivía con la familia Arakaki, y mi hermano con Ricardo”, contó la testigo y amplió algunos datos que ponen sobre relieve la importancia de Sandoval en la reconstrucción de los hechos. “Ricardo me comentó que Rory guardaba dinero, y todo eso no se encontró luego de lo sucedido. Ricardo tuvo una relación sentimental con María Antonieta”, agregó Norma, quien añadió que por esos días la madre había girado una importante suma de dinero en dólares para que los hermanos compren una casa ya que pensaba venir e instalarse un tiempo.
―¿Qué le pasó a Ricardo luego de la tragedia?- consultó Berros.
“Sigue traumatizado. Por eso no está él ahí. María Antonieta deja los hijos de Arakaki. Ricardo va a la casa y ve que esta todo revuelto. Una vecina le dice que hubo un tiroteo, que la agarran a María Antonieta y la mandan para adentro”, respondió la testigo quien además rememoró que Ricardo le comentó que escuchó patente, de boca de los represores que le habían plantado un arma a su hermana sobre la cual dejó muy en claro que “no tenía (al igual que Rory) participación política alguna”.
“Creo que Ricardo estuvo detenido como una semana (en el Servicio de Informaciones) –continuó Norma en su extenso relato–. Querían que firmara la acusación contra María Antonieta y Rory y el se negaba. Con ropa prestada se volvió ese mismo diciembre del 78, no estoy segura. Le dicen que se vaya inmediatamente porque le dijeron que si lo veían lo mataban. Arakaki lo ayuda para que se vuelva a Buenos Aires, y ahí le manda un giro la familia y se vuelve a Perú”.
“Él se sintió obligado a aclararle a mis padres lo que pasó. Llega o manda una carta. A él no le he visto desde esa época”, refirió la testigo, que además informó que todavía, a veces, su madre le pregunta por María Antonieta, y que tiene Alzheimer.

La vía diplomática

“Los del gobierno peruano no hicieron nada, hasta que la prensa se enteró de esta tragedia, y luego de semanas viene una nota oficial donde se informa que los chicos estaban muertos”, se quejó la testigo. “Un chico peruano le dice a mi mamá que vio los cuerpos en la morgue. Varios chicos ya no regresan a Rosario y se van a Méjico y Brasil. Nada quedó en la casa, ni el dinero ni los escritos. Mi madre mandaba 600 dólares por mes”. afirmó Norma y sentenció: “Los vecinos dijeron lo de que a mi hermana la jalaron de los pelos, la arrastraron, gente vio el tiroteo, 50 policías, querían cubrir el crimen de Galdame”.

Datos de la causa 

En el proceso llevado adelante por el Tribunal Oral federal Nº 2 de Rosario, se juzgan los crímenes cometidos contra cuarenta detenidos políticos, entre los que se incluyen los delitos de privación ilegal de la libertad, aplicación de torturas y violaciones, por los que están acusados diez represores del ex Servicio de Informaciones de la policía (SI). Además se ventilan los homicidios de Conrado Galdame y de los ciudadanos peruanos Rory Céspedes Chung y María Antonieta Céspedes Chung.

Los represores sentados en el banquilllo son: Eduardo Dugour, Ernesto Vallejo, Pedro Travagliente, Ovidio Marcelo Olazagoitía, Julio Héctor Fermoselle, Ramón Telmo Alcides Ibarra, Carlos Ulpiano Altamirano (único imputado de homicidio en este expediente), Lucio César Nast, José Rubén Lo Fiego (ya condenado a prisión perpetua) y Ricardo José Torres.
La causa, es un desprendimiento del expediente “Díaz Bessone” (Ex Feced), caratulada “NAST, Lucio César s/ Privación ilegal de la libertad agravada en concurso real con los delitos de tormentos calificados y asociación ilícita y acumulados.

Foto: Graciela Borda

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