Nuevas testimoniales en el juicio Feced II: Recuerdos que nunca olvido

“No recuerdo si nos preguntaban por alguien en especial. Recuerdo el ruido de la corriente eléctrica que pasa por el cuerpo, y mueve la camilla”, dijo una de las testigos que este viernes declaró, en el juicio Feced II, junto a otros tres sobrevivientes de la dictadura, quienes estuvieron cautivos en el Servicio de Informaciones de la policía de Rosario.

Al igual que las anteriores jornadas de declaraciones testimoniales (ya hubo cuatro desde que comenzó el juicio oral), los sobrevivientes que se presentaron esta semana, lo hicieron por segunda vez en un proceso oral y público contra represores del Servicio de Informaciones (SI) de la policía durante la dictadura. Esto se debe a que este expediente, en el que se juzga una pequeña parte de los delitos cometidos en el SI, es un desprendimiento de la megacausa Feced, que ya tuvo sus primeros cinco condenados en 2012. Los testigos de este viernes fueron Eva Ester Fernandez, Azucena Solana, Jorge Rueda y Eduardo Seminara, los cuatro, en ese entonces muy jóvenes militantes de distintos espacios del peronismo.
En el proceso oral y público desarrollado en el Tribunal Oral federal 2 de Rosario se investigan graves crímenes de lesa humanidad cometidos contra 43 detenidos políticos, entre los que se incluyen los delitos de privación ilegal de la libertad, aplicación de torturas, violaciones y los homicidios de de Conrado Galdame y los ciudadanos peruanos Rory Chuang Céspedes y María Antonieta Chuang Céspedes.
Los represores imputados son Eduardo Dugour, Ernesto Vallejo, Pedro Travagliente, Ovidio Marcelo Olazagoitía, Julio Héctor Fermoselle, Ramón Telmo Alcides Ibarra, Carlos Ulpiano Altamirano (único Imputado De Homicidio En Este Expediente), Lucio César Nast y Ricardo José Torres. Por otra parte José Rubén Lo Fiego sigue el proceso desde Marcos Paz, donde purga una pena de prisión perpetua.
La audiencia
De los testimonios escuchados este viernes, se pudo ver cómo las historias de los cuatro sobrevivientes quedaron marcadas para siempre en la memoria y en los cuerpos de los ex presos políticos, al igual que los nombres de sus compañeros desaparecidos.
“Yo fui a declarar a la Jefatura (donde se ubicaba el Servicio de Informaciones), porque asesinaron a la persona con que yo vivía y me detuvieron”, relató Ester Fernández. “Habían matado a la doctora María del Rosario Spetaro. Me llevan al Servicio de Informaciones, porque me dijeron que habían encontrado un papel de la JP en la biblioteca de la casa donde yo vivía en calle Córdoba al 2300”, recordó Fernández.
“Nos hacían permanecer parados, había muchas otras personas, en una especie de corredor, en algún momento nos podíamos sentar pero no nos dejaban dormir, nunca entro el sol, con iluminación artificial. No puedo saber la cantidad de tiempo”, dijo en un pasaje de su declaración Ernesto Rueda. Y añadió: “Nunca más supimos de Oscar Manzur. Marta (Bertolino, su mujer) fue salvajemente torturada. Recordemos que estaba embarazada. Escuchaba su padecimiento. En cuanto a mi y a Juan Luis Girolami. Me golpean, me dejan sin aire. Empezamos a sufrir torturas”.
Los relatos fueron una vez más estremecedores, como este tramo del testimonio de Azucena Solana, quien tenía apenas 16 años en agosto de 1976: “A mi me desnudan, me ponen en una camilla metálica, me aplican picana por todo el cuerpo. Me preguntan por dónde había estado y por direcciones. Después de esa sesión de tortura empiezo a escuchar las torturas de los demás, sobre todo a Ángel Ruani. Yo escuchaba los movimientos, los gritos, las voces de los torturadores. No recuerdo si nos preguntaban por alguien en especial. Recuerdo el ruido de la corriente eléctrica que pasa por el cuerpo, y mueve la camilla”.
El último en declarar este viernes fue Eduardo Seminara, ex Vice-Rector de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y actual diputado nacional, quien rememoró cómo fue detenido y secuestrado en la ciudad de Azul donde estaba haciendo la colimba. “Me trasladan a Rosario sin documentación, en avioneta hasta Fisherton –contó–. Una camioneta del ejército entró a la pista y me llevo al Comando Córdoba. La comitiva militar me lleva al Servicio de Informaciones, me desnudan y me atan de pies y manos, me mojan, me asfixian, y me comienzan a picanear. Varios días en esa condición, amarrado a esa camilla, y varias veces me torturaban la misma comitiva militar. Yo era militante de la juventud peronista y secretario del centro de estudiantes de filosofía y letras”.
Los cuatro sobrevivientes, describieron con puntillosidad el calvario que debieron padecer en el centro clandestino de detención que comandó Agustín Feced tras sus respectivos secuestros; los tormentos con golpes, picana eléctrica y técnicas de las más inverosímiles que se puedan imaginar a los que fueron sometidos; y por supuesto aportaron los nombres de los “torturadores” del SI, complicando seriamente a los diez acusados del juicio.
Audiencia del jueves
Del mismo modo ocurrió con los cuatro testimonios de sobrevivientes brindados en la jornada anterior, en la que declararon los también muy jóvenes en aquel entonces, Jorge Palombo, Liliana Gómez, Mario Luraschi y José Berra.
La del jueves, además de estar signada por los recuerdos de los tormentos, la memoria de los “compañeros que ya no están” y el deseo de que “se haga justicia”, como viene sucediendo en cada jornada, se destacó por una notable presencia de militantes del Movimiento Evita tanto en la puerta como dentro de la sala, ya que Berra y Palombo son dos de sus connotados dirigentes. Los diputados provinciales por esa fuerza política, Gerardo Rico y Eduardo Toniolli, entre otros, se hicieron presentes.
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