Juicio Díaz Bessone: "Fue un infierno"
Por Luciano Couso. Adrián Jorge Sánchez, ex detenido en el Servicio de Informaciones de la policía rosarina durante la última dictadura, declaró hoy por teleconferencia desde Londres ante el Tribunal Oral Federal Nº2 (TOF2) que “los monstruosos crímenes que juzga este tribunal son imprescriptibles porque constituyen crímenes de lesa humanidad y fueron realizados utilizando la estructura estatal”.
Sánchez, quien reside en Londres y declaró desde el consulado argentino en la capital inglesa en el juicio por la causa Díaz Bessone, contó que fue secuestrado el 22 de febrero de 1977 cuando ingresaba a su domicilio de calle San Martín al 3300 de esta ciudad, en la zona sur de Rosario.
Sobre su estadía en el campo de concentración sostuvo: “Fue un infierno, (los torturadores) disfrutaban lo que hacían”.
“El grupo de detención estaba vestido de civil, portaba armas de alto calibre, fui esposado de pies y manos y llevado a un coche donde me pusieron en la base, y dos de las personas que estaban atrás pusieron sus pies en mi cabeza y me pegaron culatazo en la cabeza”, detalló el testigo.
Al momento de su detención Sánchez tenía apenas 16 años y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) de Rosario, recordó hoy.
“Permanecí desaparecido por más de cuatro semanas, en el Servicio de Informaciones (SI) estuve unos cuarenta días, en (la cárcel de la localidad santafesina de) Coronda completé veintidós meses”, indicó ante el TOF2 vía teleconferencia.
En el SI, un área de la policía rosarina, funcionó el principal centro clandestino de detenciones durante la última dictadura en el sur de la provincia de Santa Fe, por donde se estima que pasaron entre 1.800 y 2.000 detenidos-desaparecidos.
En su declaración, el testigo Sánchez sostuvo que “el secuestro, tortura y apremios ilegales estaban relacionados con mis actividades políticas en la escuela secundaria en ese momento”.
“Me trasladan a la jefatura de policía, estaba vendado, me atan a una cama de metal, entraba y salían personas, 5 ó 6 estaban presentes durante las sesiones de torturas”, precisó.
“La tortura era con picana, golpes de puño en el estómago, la venda se aflojó un poco y pude ver al Ciego Lofiego torturándome”, dijo Sánchez.
José Rubén ‘El Ciego’ Lofiego es uno de los ex policías imputados en el juicio oral y público por la causa Díaz Bessone, junto a Ramón Rito Vergara, José Carlos Scortechini y Mario Alfredo Marcote.
También están imputados el ex jefe del II Cuerpo del Ejército durante la última dictadura, Ramón Genaro Díaz Bessone, y el civil acusado de complicidad con la represión ilegal, Ricardo Miguel Chomicky.
En su declaración de hoy, Sánchez también identificó a otros de los miembros de “la patota” que actuó en el SI.
“El Cura se acercaba, tenía algo colgando del cuello, creo que era una cruz”, dijo sobre Marcote, cuyo nombre de guerra durante la represión era “El Cura”.
“Otra persona me puso polvo en la nariz, dijo que lo respirara que me iba a ayudar con el dolor”, amplió Sánchez.
“Me desvanecí, alguien me levanta la venda y era Ricardo Chomicky, quien me instó a que colaborara, porque íbamos a tomar mates y salir a marcar gente, me pegó un puñetazo, bajó la venda y se fue”, contó.
“Los apremios continuaron, luego eran más esporádicos, fue un infierno, disfrutaban de lo que hacían”, narró Sánchez sobre los torturadores.
Sánchez, quien reside en Londres y declaró desde el consulado argentino en la capital inglesa en el juicio por la causa Díaz Bessone, contó que fue secuestrado el 22 de febrero de 1977 cuando ingresaba a su domicilio de calle San Martín al 3300 de esta ciudad, en la zona sur de Rosario.
Sobre su estadía en el campo de concentración sostuvo: “Fue un infierno, (los torturadores) disfrutaban lo que hacían”.
“El grupo de detención estaba vestido de civil, portaba armas de alto calibre, fui esposado de pies y manos y llevado a un coche donde me pusieron en la base, y dos de las personas que estaban atrás pusieron sus pies en mi cabeza y me pegaron culatazo en la cabeza”, detalló el testigo.
Al momento de su detención Sánchez tenía apenas 16 años y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) de Rosario, recordó hoy.
“Permanecí desaparecido por más de cuatro semanas, en el Servicio de Informaciones (SI) estuve unos cuarenta días, en (la cárcel de la localidad santafesina de) Coronda completé veintidós meses”, indicó ante el TOF2 vía teleconferencia.
En el SI, un área de la policía rosarina, funcionó el principal centro clandestino de detenciones durante la última dictadura en el sur de la provincia de Santa Fe, por donde se estima que pasaron entre 1.800 y 2.000 detenidos-desaparecidos.
En su declaración, el testigo Sánchez sostuvo que “el secuestro, tortura y apremios ilegales estaban relacionados con mis actividades políticas en la escuela secundaria en ese momento”.
“Me trasladan a la jefatura de policía, estaba vendado, me atan a una cama de metal, entraba y salían personas, 5 ó 6 estaban presentes durante las sesiones de torturas”, precisó.
“La tortura era con picana, golpes de puño en el estómago, la venda se aflojó un poco y pude ver al Ciego Lofiego torturándome”, dijo Sánchez.
José Rubén ‘El Ciego’ Lofiego es uno de los ex policías imputados en el juicio oral y público por la causa Díaz Bessone, junto a Ramón Rito Vergara, José Carlos Scortechini y Mario Alfredo Marcote.
También están imputados el ex jefe del II Cuerpo del Ejército durante la última dictadura, Ramón Genaro Díaz Bessone, y el civil acusado de complicidad con la represión ilegal, Ricardo Miguel Chomicky.
En su declaración de hoy, Sánchez también identificó a otros de los miembros de “la patota” que actuó en el SI.
“El Cura se acercaba, tenía algo colgando del cuello, creo que era una cruz”, dijo sobre Marcote, cuyo nombre de guerra durante la represión era “El Cura”.
“Otra persona me puso polvo en la nariz, dijo que lo respirara que me iba a ayudar con el dolor”, amplió Sánchez.
“Me desvanecí, alguien me levanta la venda y era Ricardo Chomicky, quien me instó a que colaborara, porque íbamos a tomar mates y salir a marcar gente, me pegó un puñetazo, bajó la venda y se fue”, contó.
“Los apremios continuaron, luego eran más esporádicos, fue un infierno, disfrutaban de lo que hacían”, narró Sánchez sobre los torturadores.