Juicio Díaz Bessone: “Volveré a declarar las veces que sea necesario”

El juicio contra los integrantes de la patota que operó en el Servicio de Informaciones (SI) de la policía de Rosario durante la dictadura continuó este lunes con la declaración de otros cuatro testigos. “Fui torturado con picana, golpes, submarino en un balde con agua, varias veces en varios momentos”, recordó Ángel Ruani, uno de los sobrevivientes del centro clandestino de detención que funcionó en la ex jefatura. “Fui militante político en diversas agrupaciones estudiantiles y territoriales del movimiento peronista montonero. Por esa militancia me buscaban y fue acosada mi familia por mucho tiempo”, afirmó el testigo que en la actualidad es funcionario de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe.


“La primera vez que se la agarran con mi familia fue a fines de enero del 76 ‒rememoró Ruani‒, Pintan la casa con boinas verdes, habían detenido a la familia. A nosotros nos esposaron y nos tiraron en el patio de la casa, a mi papá, mamá y hermana, les realizan simulacros de fusilamientos. Antes de retirarse, mi papa era colectivero en la linea C, tirotearon todo el colectivo estacionado en la casa y le prendieron fuego”.

“Fui detenido en agosto de 1976 con mi novia Azucena Solana y Antonio Fernández, un amigo”, declaró Ruani al Tribunal Oral Federal Nº 2 de Rosario. “Fui torturado con picana, golpes, submarino en un balde con agua, varias veces en varios momentos”, indicó el testigo, y recordó que “un vecino que justo venia a devolvernos una pala que le habíamos prestado fue también secuestrado y paso todas las consecuencias con nosotros”.

Luego Ruani amplió: “me empiezan a pegar de nuevo con palos y elementos contundentes, en los oídos, a picanear con algo que era portátil. Después escucho los ruidos de dolor de Azucena, y que golpean a Fernández. Posteriormente me ponen en una camilla de tortura. Desnudo, atado de pies y manos y vendado, me picanearon en todas partes, los genitales y boca”.

“Otro día aparece una persona que me dice que nos conocíamos y que me había portado muy mal en la tortura”, comentó el sobreviviente y agregó: “Me dice que tenía que verme con el oficial José Rubén Lofiego, el Ciego –uno de los acusados del juicio–, y empieza con torturas, agresiones muy violentas, picana en todo el cuerpo, sobretodo en el ojo izquierdo, colaboraba en la tortura Pirincha, –Cesar peralta, otro de los imputados–”.

Chichín, como lo conocen desde chico a Ruani, describió que le “quedó grabado cómo torturaron a una chica de Villa Constitución, aparentemente del Partido Comunista”. Ángel Ruani dejó mudos a todos los presentes en la sala cuando desarrolló la historia: “Escucho que la tortura el Ciego Lofiego, la Pirincha Peralta y otros más. A mi me empieza a sonar una voz de alguien que conocía que era el Pollo Baravalle, que daba vueltas por la torturas, incluso en mi tortura. Torturan mucho a esta chica, se le ríen y gozaban las cosas que le hacen, entre dos le decían los hermosos genitales que tenia la chica y quien se anotaba para limpiárselos y jugar con ella. Lofiego le pedía datos y gente que conocía, la estructura de la tortura siempre fue igual de pedir datos de otra gente y casas conocidas. Nunca pude saber el nombre de esta chica”.

“Un día me dicen que me prepare ‒explicó Ruani‒, me sacan y me suben a un celular y escucho que hay otros detenidos y aparezco en la Unidad 3, en la Redonda. Ahí fui trasladado con varios compañeros: Gollán, Usinger, Felix López, Ugolini, Juan Girolami y el bigote. Estuvimos detenidos como 20 días ahí. Días después me hacen firmar unas declaraciones como que me hacía cargo de algo así como asociación ilícita, propaganda subversiva y pertenecer a montoneros. Por esa declaración al otro año me hacen un Consejo de Guerra”.

Ángel Ruani informó que luego fue trasladado a la cárcel de Coronda, a fines de septiembre del 76, y recordó el impacto que le provocó ver uno de sus compañeros, José Berra, “todo quemado con ácido”. De Coronda, Ruani comentó que un día fue llevado al Comando del 2º Cuerpo de Ejercito donde le realizaron un nuevo Concejo de Guerra.

“Me dicen que elija entre los nombres que me daban en una hoja, el defensor en el juicio ‒reveló el testigo‒, y elegí a uno de doble apellido, Gonzalez Roulet. Me hacen el Concejo creo que en el primer piso de lo que va a ser el Museo de la Memoria. Las declaraciones las firmé bajo tormento, me condenan a 15 años de prisión”.

Entre los absurdos de la “justicia militar”, Ruani recordó un episodio muy particular. “Un día lo citaron a mi abuelo ‒mencionó el sobreviviente‒. Le preguntan si sabía que su nieto era un delincuente subversivo y que formaba parte de una organización y que mi nombre de guerra era Chichín. Mi abuelo le dice: ma que delincuente subversivo, si Chichín le decimos desde chiquito, cosa que era verdad, toda mi familia me dice así”.

Entre la importante cantidad de pruebas aportadas por el testimonio de Ruani ‒que recordó a gran cantidad de los apodos y nombres de los integrantes de la patota del SI‒, se destacaron los aportes que hizo a la investigación de dos casos de asesinados y desaparecidos por el terrorismo de estado, Daniel Gorostio y Conrado Galdame.

Durante la declaración de Ruani la sala de audiencias estuvo llena de público. Entre otros estaban sentados en la primera fila sus hijos y su madre, además de funcionarios provinciales como la secretaria de Derechos Humanos de Santa Fe, Rosa Acosta.

“Hay mucha gente que no puede contar lo que hemos padecido, pero yo me siento con la responsabilidad histórica de declarar, hay dos militantes muy amigos mios que pasaron por el SI, una esta desaparecida Analía Minetti, otro esta muerto, estaba detenido en la Favela, creo que Ricardo Chomiky llegó a hablar con él, el petiso Horacio Minili”, apuntó Ángel Ruani y agregó: “Creo que en el recuerdo de ellos están mis ansias de declarar y volverlo ha hacer tantas veces que sea necesario, creo que esta es la séptima vez que lo hago”.



El testigo recordó “a Elder Minetti, el papa de Analía, Juez de Paz de Chabás, echado durante la dictadura”, y a “Fidel Toniolli, padre de un militante como yo, y fundador de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre”. “Ambos nos enseñaron el camino de la verdad y justicia, y murieron sin poder ver este momento histórico”, recalcó Ruani.

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